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Lamentaciones 2:18 - Biblia Martin Nieto

18 ¡Grita por ti al Señor, oh virgen, hija de Sión; deja correr como un torrente tu llanto de día y de noche; no te des tregua a ti misma, ni descanse la pupila de tus ojos!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 El corazón de ellos clamaba al Señor; Oh hija de Sion, echa lágrimas cual arroyo día y noche; No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 ¡Lloren a viva voz delante del Señor, oh murallas de la bella Jerusalén! Que sus lágrimas corran como un río, de día y de noche. No se den descanso; no les den alivio a sus ojos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Hija de Sión, gime, clama al Señor; deja correr a torrentes tus lágrimas día y noche, no te des descanso, no cesen las fuentes de tus ojos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 x Su corazón clama a Adonay: ¡Oh muralla de la hija de Sión! Deja que tus lágrimas corran como un río día y noche; No te des reposo, no descansen las niñas de tus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Sade. Clama al Señor, gime, hija de Sión; derrama lágrimas a torrentes de día y de noche, no te concedas reposo, no descansen las pupilas de tus ojos.

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Lamentaciones 2:18
14 Referans Kwoze  

ríos de lágrimas caen de mis ojos porque tu ley no se observa.


Te llamo con todo el corazón; respóndeme, Señor, pues quiero guardar todos tus decretos;


Si no escucháis este aviso, mi alma llorará en secreto por vuestro orgullo; llorará sin descanso y mis ojos derramarán lágrimas, porque el rebaño del Señor es conducido al cautiverio.


Tú les dirás estas palabras: 'Mis ojos se derriten en lágrimas noche y día sin descanso, por el gran desastre que quebranta a la virgen, hija de mi pueblo, por su gravísima herida.


Sí, oigo gritos como de mujer en parto, angustias como de primeriza. Son los gritos de la hija de Sión, que gime y alarga las manos. '¡Ay de mí, que voy a sucumbir bajo los golpes de los asesinos!'.


¡Quién me brindara en el desierto un albergue de ambulantes! Abandonaría entonces a mi pueblo; me alejaría de él, porque son todos adúlteros, una pandilla de traidores.


Por todo estoy llorando, se derriten en lágrimas mis ojos, porque está lejos de mí el consolador, que me devuelva la vida. Mis hijos están desolados, porque ha triunfado el enemigo.


Llora a raudales en la noche y las lágrimas surcan sus mejillas. Nadie hay que la consuele entre todos sus amantes; la han traicionado todos sus aliados, se le han vuelto enemigos.


El Señor ha decidido derruir la muralla de la hija de Sión; ha tirado la cuerda, sin recoger la mano, hasta no haberlo destruido todo; ha puesto en luto muro y antemural, que juntos se derrumban.


Y no claman a mí en su corazón cuando se lamentan en sus camas; se preocupan del trigo y del vino y se rebelan contra mí.


Sí, las piedras de los muros gritarán y las vigas del maderamen responderán.


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