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Isaías 66:15 - Biblia Martin Nieto

15 Pues el Señor viene entre fuego, sus carros como torbellino, para desfogar su cólera en incendio y sus amenazas en ardientes llamas.

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Biblia Reina Valera 1960

15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Miren, el Señor viene con fuego, y sus veloces carros de guerra retumban como un torbellino. Él traerá castigo con la furia de su ira y con el ardiente fuego de su dura reprensión.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Pues he aquí que Yavé se presenta en medio del fuego, montado en los carros de la tempestad. Da rienda suelta a su ardiente cólera, sus amenazas son carbones encendidos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Porque he aquí, YHVH viene en el fuego, Y como el torbellino con sus carros, para convertir su ira en llamas, Y su voz de reprensión en fuego.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Pues mirad que Yahveh avanza en el fuego y sus carros como el torbellino, para desfogar con furor su ira y su indignación con llamas de fuego.

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Isaías 66:15
33 Referans Kwoze  

hará llover brasas de fuego sobre los injustos, azufre y viento abrasador serán la porción de su copa.


una humareda subía de sus narices y de su boca un fuego destructor, de él salían carbones encendidos.


Tu mano alcanzará a tus enemigos, tu derecha caerá sobre los que te odian.


Ya viene nuestro Dios y no se callará. Un fuego que devora lo precede, y en torno a él una borrasca brama.


¿Por qué miráis celosos, oh montes encrestados, el monte en que Dios quiere morar, en el que el Señor por siempre morará?


Delante de él avanza un fuego que abrasa en derredor a todos sus enemigos;


La luz de Israel se hará un fuego y su Santo una llama que prenderá y devorará sus abrojos y sus cardos en un día.


Señor, alzada está tu mano; pero ellos no la miran. ¡Vean tu celo por tu pueblo, y se avergüencen, y el fuego preparado para tus enemigos los devore!


El Señor dejará oír su voz majestuosa y manifestará su brazo amenazador, en el ardor de su ira, en la llama de un fuego devorador, en una tempestad de lluvia y de granizo.


Pues desde hace tiempo está dispuesta en Tofet, preparada también para Moloc, una fosa honda y ancha, llena de paja y leña; el soplo del Señor, como un río de azufre, la prenderá.


De terror se desvanecerá su roca, y sus jefes, espantados, desertarán de su bandera, dice el Señor, que en Sión tiene su fuego, y su horno en Jerusalén.


Por eso la ira del Señor se ha encendido contra su pueblo, extendió su mano contra él y lo hirió; temblaron los montes; sus cadáveres fueron como carroña en medio de las calles. Con todo, su cólera no ha amainado; su mano aún está extendida.


Son afiladas sus saetas, tensos están todos sus arcos; los cascos de sus caballos son como pedernal, las ruedas de sus carros igual que el huracán.


Tus hijos yacen extenuados por todas las esquinas de las calles, como una gacela en la red, llenos de la furia del Señor, de las amenazas de tu Dios.


Quedan desoladas las tranquilas praderías ante el ardor de la ira del Señor.


Helo aquí que avanza como una nube, sus carros semejan al huracán, más veloces que las águilas sus caballos. ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!


Porque así habla el Señor a la gente de Judá y de Jerusalén: 'Labrad un campo nuevo, no sembréis entre espinas.


-¡Cómo! ¿Apis se da a la fuga? ¿No resiste tu toro sagrado? ¡Sí, el Señor lo ha empujado,


Esto dice el Señor Dios: Tú eres aquel de quien yo hablé antaño por medio de mis siervos los profetas de Israel, que profetizaron en aquella época prediciendo que yo te haría venir contra ellos.


Serás oprobio y vituperio, ejemplo y horror para las naciones circunvecinas, cuando yo haga en ti justicia con indignación y furor, con terrible venganza. Yo, el Señor, he hablado.


Al final se enfrentará a él el rey del sur; pero el rey del norte se levantará contra él con sus carros y jinetes y con numerosas naves, entrará en su país, lo invadirá y lo atravesará.


Un río de fuego manaba y salía delante de él. Miles de millares le servían, millones y millones estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y los libros se abrieron.


Siembran viento, recogerán tempestad; su grano no dará mies, ni la espiga dará harina; y si la da, los extranjeros la devorarán.


El Señor me hizo ver esto: Él suscitaba una llama de fuego que devoraba el gran abismo e iba a devorar la porción del Señor.


Ante su ira, ¿quién podrá resistir? ¿Quién se mantendrá cuando su cólera se inflama? Su furor se derrama como fuego, y las rocas se funden ante él.


¿Es que te has enfurecido, Señor, contra los ríos; es que te has irritado contra el mar, para que montes en tus caballos y en tus carros victoriosos?


De nuevo levanté mis ojos y tuve una visión. Vi cuatro carros que salían de entre dos montes; los montes eran de bronce.


El rey, entonces, se irritó, mandó sus tropas a exterminar a aquellos asesinos e incendió su ciudad.


El Señor mandará contra ti maldición, angustia y pánico en todas tus empresas, y en poco tiempo serás totalmente destruido por haberlo abandonado con tus malas acciones.


En cambio, la misma palabra de Dios tiene reservados y guardados los cielos y la tierra actuales para el día del juicio y de la perdición de los malhechores.


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