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Isaías 49:26 - Biblia Martin Nieto

26 A tus opresores haré comer su propia carne, de su misma sangre se embriagarán como de vino nuevo. Y todo mortal sabrá que yo, el Señor, soy tu salvador y tu redentor, el fuerte de Jacob.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Y a los que te despojaron haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Alimentaré a tus enemigos con su propia carne y se embriagarán con ríos de su propia sangre. Todo el mundo sabrá que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Israel».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 A tus opresores los haré comer su propia carne. y se emborracharán con su sangre como si fuese vino. Y todo mortal sabrá que yo, Yavé, soy tu Salvador y que tu Redentor es el Campeón de Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Haré a tus opresores comerse su propia carne, Y como de vino, embriagarse en su propia sangre, Y toda carne sabrá que Yo soy YHVH tu Salvador, Y que tu Redentor es el Fuerte de Jacob.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 A tus opresores daré a comer su propia carne, y como de mosto se embriagarán con su sangre, para que sepan todos los mortales que yo, Yahveh, soy tu salvador y tu redentor, el fuerte de Jacob'.

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Isaías 49:26
31 Referans Kwoze  

pero su arco permanece firme y ágiles sus brazos gracias a las manos del Fuerte de Jacob, gracias al nombre del Pastor, la Roca de Israel.


queden avergonzados y aterrados para siempre y perezcan con un final ignominioso,


Los paganos cayeron en su propia trampa, su pie quedó prendido en la red que tramaron,


Yo os haré mi pueblo, seré vuestro Dios y vosotros conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios, el que os libró de la esclavitud egipcia.


Por eso dice el Señor todopoderoso, el Fuerte de Israel: ¡Ah, yo me vengaré de mis adversarios, daré cuenta de mis enemigos!


Exulta, grita de júbilo, habitante de Sión, pues grande es en ti el Santo de Israel.


pronunciarás esta sátira contra el rey de Babilonia: ¡Cómo ha acabado el tirano, en qué paró su arrogancia!


Deja que en ti se hospeden los fugitivos de Moab; sé tú su cobijo frente al devastador hasta que acabe la opresión, el devastador desaparezca y se aleje del país el que lo arrasa.


serán señal y testimonio del Señor en la tierra de Egipto. Cuando ante el opresor clamen al Señor, él les mandará un salvador que luchará por ellos y los salvará.


Aquel día se dirá: Éste es nuestro Dios, de quien esperamos que nos salve; éste es el Señor, en quien esperamos. Alegrémonos, gocémonos, porque nos ha salvado.


se han aflojado sus amarras, no sostienen ya el mástil, ni ondean las enseñas.


Pero ahora esto dice el Señor, tu creador, Jacob, aquel que te formó, Israel: No temas, pues yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres.


Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. Como precio de tu rescate entrego a Egipto, Etiopía y Sabá a cambio tuyo.


para que se sepa desde el levante hasta el poniente que no hay nadie fuera de mí. Yo, el Señor, y ningún otro.


Esto dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que te enseña lo que te da éxito y te indica el camino que debes seguir.


Esto dice el Señor, el redentor, el Santo de Israel, al despreciado, al aborrecido de las gentes, al esclavo de los tiranos: Los reyes, al verte, se levantarán, los príncipes se inclinarán por causa del Señor, que es leal, del Santo de Israel, que te ha elegido.


¿Vas a olvidar al Señor tu creador, que desplegó los cielos y fundó la tierra, para temblar sin cesar todo el día ante la furia del opresor, que se dispone a perderte? Pero, ¿dónde está la furia del opresor?


Y lo pondré en la mano de tus opresores, de los que te decían: ¡Agáchate para que pasemos por encima!, y tú hiciste de tu espalda un suelo, un camino para los viandantes.


Serás fundada en la justicia, y estarás a salvo de la opresión, pues nada temerás; a salvo de la destrucción, que nunca más te alcanzará.


Y mamarás la leche de los pueblos, las riquezas de los reyes chuparás; y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador, tu libertador, el fuerte de Jacob.


Manasés a Efraín, Efraín a Manasés, y ambos a dos se lanzan contra Judá. Pero con todo no ha amainado su cólera, su brazo aún está extendido.


Porque todo calzado de guerra estrepitoso, todo manto manchado de sangre será quemado, pasto de las llamas.


Buscaré la oveja perdida y haré volver a la descarriada; vendaré a la herida, fortaleceré a la flaca, cuidaré de la gorda y robusta; las apacentaré como es justo.


Manifestaré mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no permitiré que vuelva a ser profanado mi santo nombre y sabrán las naciones que yo soy el Señor, el Santo de Israel.


La cuba fue pisada fuera de la ciudad, y de la cuba salió sangre hasta los frenos de los caballos sobre una distancia de unos trescientos kilómetros.


Ellos han derramado la sangre de los santos y de los profetas, y tú les has dado a beber sangre: se lo merecían.


Y vi a la mujer emborracharse de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús, y al verla me quedé estupefacto.


Mientras los trescientos tocaban las trompetas, el Señor hizo que cada uno volviese la espada contra su compañero. Todos huyeron hasta Bet Hassitá, hacia Serera, hasta la ribera de Abel Mejolá, frente por frente de Tabat.


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