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Isaías 42:24 - Biblia Martin Nieto

24 ¿Quién ha entregado a Jacob al saqueo, y a Israel a los depredadores? ¿No ha sido el Señor, contra quien pecamos, cuyos caminos no quisimos seguir, ni escuchamos su ley?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 ¿Quién permitió que robaran e hirieran a Israel? Fue el Señor, contra quien pecamos, porque los israelitas no quisieron andar por su camino, ni quisieron obedecer su ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 ¿Quién permitió que asaltaran a Jacob, o le robaran a Israel? ¿No fue Yavé, contra quien pecamos? Pues no quisieron seguir sus caminos y despreciaron sus mandamientos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo, A Israel a los depredadores? ¿No fue acaso YHVH, contra quien pecamos, En cuyos caminos no se quería andar, Ni a cuya instrucción se daba oído?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 ¿Quién entregó a Jacob al saqueo, y a Israel a los ladrones? ¿No fue Yahveh contra quien pecamos? Pues no quisieron ir por sus caminos ni prestaron atención a su ley.

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Isaías 42:24
29 Referans Kwoze  

Las naciones y las ciudades se destruirán unas a otras, porque Dios las llenará de terror con toda suerte de calamidades.


El Señor mandó contra ellos al rey de los caldeos, que pasó a espada a sus jóvenes en el santuario mismo, sin perdonar a nadie, ni joven ni virgen, ni anciano ni hombre encanecido. Dios los entregó a todos en sus manos.


Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso saber nada de mí,


y yo los abandoné a su corazón endurecido para que vivieran a su antojo.


Pues esto dice el Señor Dios, el Santo de Israel: En la conversión y la calma está vuestra salvación, en la mesura y la confianza se encuentra vuestra fuerza. Mas no lo habéis querido,


¿Quién de vosotros presta oído a esto, está atento y lo guarda para el porvenir?


Yo formo la luz y creo las tinieblas; doy la dicha y produzco la desgracia; soy yo, el Señor, quien hace todo esto.


Yo, irritado contra mi pueblo, dejé profanar mi heredad, la abandoné en tus manos; pero tú no tuviste compasión; sobre el anciano cargaste tu pesado yugo.


¡Oh, si hubieras obedecido a mis mandamientos! Tu paz sería como un río y tu justicia como las olas del mar.


Por su grave perversidad me he irritado; lo herí y me oculté en mi enojo. Él se iba rebelde, por el camino de su corazón.


Pero ellos se rebelaron contra él y afligieron su santo espíritu. Entonces él se hizo su enemigo, y peleó contra ellos.


Y, sin embargo, hoy es el día en que todavía no han sentido arrepentimiento ni temor alguno, ni han procedido con arreglo a mi ley y mis preceptos, que yo promulgué a vosotros y a vuestros padres.


Yo haré venir sobre vosotros una nación de muy lejos, oh casa de Israel -dice el Señor-; una nación invencible, una nación muy antigua, una nación cuya lengua desconoces y cuyo hablar no comprendes.


Ha uncido mis pecados sobre mí, su mano los ha entrelazado. Sobre mi cuello el yugo me quebranta las fuerzas. El Señor me ha entregado en sus manos y no puedo levantarme.


Pero el Señor es muy justo, porque yo me rebelé contra sus leyes. ¡Oh, escuchad, pueblos todos, y mirad mi dolor; mis doncellas y mis jóvenes han marchado al destierro!


El Señor entregó en sus manos a Joaquín, rey de Judá, y una parte de los objetos del templo de Dios. Él los llevó a la tierra de Senaar y los depositó en el tesoro de sus dioses.


¿Sonará la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucederá en la ciudad una desgracia sin que el Señor la haya causado?


El rey, entonces, se irritó, mandó sus tropas a exterminar a aquellos asesinos e incendió su ciudad.


El Señor hará venir contra ti un pueblo lejano, desde los confines de la tierra, veloz como el águila, de lengua desconocida para ti;


¿Cómo puede uno solo perseguir a mil / y dos poner en fuga a diez mil, / sino porque su roca los ha vendido / y el Señor los ha entregado?


La ira del Señor se encendió contra ellos y los entregó en manos de los filisteos y de los amonitas.


Entonces se encendió contra Israel la ira del Señor; los entregó en manos de salteadores, que los saquearon, y los vendió a sus enemigos de alrededor, a los que no fueron capaces de oponer resistencia.


Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos y los entregó a Cusán Risatayín, rey de Edón. Los israelitas estuvieron sometidos a Cusán Risatayín ocho años;


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