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Isaías 37:36 - Biblia Martin Nieto

36 Aquella misma noche el ángel del Señor salió e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres. Por la mañana, al despertar, no se veía más que cadáveres.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

36 Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 Esa misma noche el Angel de Yavé hirió de muerte a ciento ochenta y cinco mil hombres del campamento asirio. A la hora de levantarse, en la mañana, no había más que cadáveres.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Y° salió el ángel de YHVH y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios, y a la hora de levantarse por la mañana, he aquí todos eran cadáveres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Salió el ángel de Yahveh y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron por la mañana, vieron que no había más que cadáveres.

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Isaías 37:36
29 Referans Kwoze  

El ángel extendió su mano sobre Jerusalén para exterminarla; pero el Señor se arrepintió del mal y dijo al ángel exterminador: 'Basta, retira tu mano'. El ángel del Señor estaba junto a la era de Ornán, el jebuseo.


Y aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento de Asiria a ciento ochenta y cinco mil; y, al levantarse por la mañana, vieron que todos ellos eran cadáveres.


tres años de hambre, una derrota de tres meses perseguido por tus enemigos armados de espada o tres días de peste en el país bajo la espada del Señor y el ángel del Señor haciendo estragos en todo Israel. Elige y dime qué debo responder al que me envía'.


David levantó los ojos y vio al ángel del Señor que estaba entre la tierra y el cielo, con la espada desenvainada en su mano y vuelta hacia Jerusalén. El rey y los ancianos, vestidos de saco, cayeron con sus rostros en tierra,


Se encumbran, y en un instante ya no existen; caen y perecen como todos, son cortados como cresta de espiga.


En un instante mueren en medio de la noche, hiere él a los grandes y desaparecen, y depone al poderoso sin esfuerzo.


El Señor pasará para castigar a los egipcios y, al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, pasará de largo; no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir.


El Faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y hubo llanto general en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.


Cuando el Señor haya concluido toda su obra en el monte Sión y en Jerusalén, castigará la altivez del corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos altaneros.


Tan sólo un poco más, un momento, y acabará mi ira, y mi furor los aniquilará.


El Señor todopoderoso blandirá contra él el azote, como cuando hirió a Madián en la roca de Horeb; y alzará su bastón sobre el mar, como otras veces sobre Egipto.


¿Es que el Señor le ha herido, como hirió a sus perseguidores? ¿Le ha dado muerte, como dio muerte a los que le mataban?


Pero la turba de tus enemigos será como el polvo fino; como la paja aventada, la turba de los tiranos. Y pronto, de improviso,


Y caerá Asiria por espada no de un hombre, devorada por espada no de mortal; y si escapa de la espada, sus jóvenes soldados quedarán hechos esclavos.


Tú has ejecutado sentencias justas en todos los males que nos has mandado a nosotros y a la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén; pues tú nos has tratado así conforme a la verdad y la justicia, a causa de nuestros pecados.


Y el resto de Jacob será, en medio de la multitud de los pueblos, como rocío que viene del Señor, como lluvia sobre la hierba, que no aguarda a los hombres ni espera nada de los mortales.


Esto dice el Señor: 'Aunque sean robustos y numerosos, serán cortados y desaparecerán. Si te he humillado, no volveré a humillarte.


rumor de caballería que avanza, espadas que flamean, lanzas fulgurantes, multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres sin cuento en los que al andar se tropieza:


Pero en aquel instante un ángel del Señor lo hirió de muerte, por haberse arrogado el honor de Dios, y murió roído de gusanos.


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