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Isaías 36:8 - Biblia Martin Nieto

8 Ahora, pues, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: yo te daré dos mil caballos si logras encontrar otros tantos jinetes.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »¡Se me ocurre una idea! Llega a un acuerdo con mi amo, el rey de Asiria. Yo te daré dos mil caballos, ¡si es que puedes encontrar esa cantidad de hombres para que los monten!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Pues bien, haz una apuesta con el señor rey de Asur: Yo te doy dos mil caballos si puedes encontrar el mismo número de jinetes para montarlos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por tanto, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria, y te daré dos mil caballos si logras proveerte de jinetes para ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Haz ahora una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: te doy dos mil caballos, si eres capaz de procurarte jinetes para ellos.

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Isaías 36:8
13 Referans Kwoze  

Ben Hadad mandó a decirle: 'Esto y cosa peor hagan conmigo los dioses si el polvo de Samaría basta para llenar los puños de toda la gente que me sigue'.


Ordenó: 'Si han salido en son de paz, prendedlos vivos; y si en son de guerra, prendedlos vivos también'.


se apoderó de todo el oro y la plata y de todos los utensilios que había en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real, tomó rehenes y se volvió a Samaría.


El año catorce del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó a todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó.


Y ahora acepta una apuesta con mi señor, el rey de Asiria. Yo te daré dos mil caballos, si puedes procurarte jinetes para ellos.


Desde Laquis, el rey de Asiria envió hacia el rey Ezequías, en Jerusalén, al general, con gran fuerza militar. Se apostó éste cerca del canal de la alberca superior, junto al camino del Campo del Batanero.


Acaso me diréis: Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios; pero ¿no es ése precisamente el Dios cuyas colinas y cuyos altares suprimió Ezequías, ordenando a Judá y a Jerusalén: Sólo ante este altar os debéis prosternar?


¿Cómo vas a hacer retroceder a uno solo de los más ínfimos servidores de mi señor? Pero tú te fías de Egipto para conseguir carros y jinetes.


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