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Isaías 31:1 - Biblia Martin Nieto

1 ¡Ay de los que bajan a Egipto en busca de ayuda!; de los que confían en caballos y ponen su esperanza en el número de sus carros y en la fuerza de sus jinetes, pero no han puesto sus ojos en el Santo de Israel ni han consultado al Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto, al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores; y al depender de la fuerza de ejércitos humanos en lugar de buscar ayuda en el Señor, el Santo de Israel!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Pobres de aquellos que bajan a Egipto, por si acaso consiguen ayuda! Pues confían en la caballería, en los carros de guerra, que son numerosos, y en los jinetes, porque son valientes. ¿Por qué no hicieron caso del Santo de Israel y no consultaron a Yavé?

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de los que bajan a Egipto por socorro, Y confían en caballos y confían en carros, porque son muchos, Y en jinetes, porque son fuertes, Y no se fijan en el Santo de Israel, Y no consultan a YHVH!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de los que bajan a Egipto por ayuda y buscan apoyo en su caballería! Confían en los carros, que son muchos; en los jinetes, que son muy numerosos, y no miran al Santo de Israel, a Yahveh no consultan.

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Isaías 31:1
39 Referans Kwoze  

Ellos trajeron a José sus ganados, y les dio alimentos a cambio de caballos, ovejas, bueyes y asnos... Así todo aquel año les proveyó de pan a cambio de ganados.


Fue entonces cuando el profeta Jananí se presentó a Asá, rey de Judá, y le dijo: 'Por haberte apoyado sobre el rey de Siria y no sobre el Señor, tu Dios, por eso se te escapará de las manos la fuerza del rey de Siria.


Pues los ojos del Señor recorren toda la tierra para sostener a cuantos le sirven de todo corazón. Tú has obrado como un insensato, por lo cual a partir de ahora vivirás en guerra'.


¿Puedes fiarte de él porque sea grande su fuerza, y confiarle tus trabajos?


Ahora ya lo sé: el Señor da la victoria a su mesías, lo escucha desde los santos cielos por las proezas victoriosas de su diestra.


La luz de Israel se hará un fuego y su Santo una llama que prenderá y devorará sus abrojos y sus cardos en un día.


Su país está lleno de oro y plata, y sus tesoros son innumerables. Su país está lleno de caballos; innumerables son sus carros.


Bochorno y confusión habrá por Egipto, en quien se esperaba; y por Etiopía, en quien se confiaba.


En el centro hicisteis una presa entre los dos muros para las aguas de la alberca antigua. Pero no volvíais los ojos al autor de todo esto, ni veíais a aquel que desde antiguo lo formó.


y habéis dicho: -¡No! ¡Huiremos a caballo! -¡Pues bien, huid! -Cabalgaremos en veloces corceles. -¡Pues bien, perseguidos seréis por pies veloces!


¡Ah, sí, en Egipto confías, en esa caña rota que se clava y punza la mano de quien se apoya en ella! ¡Tal es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que ponen en él su confianza!


¿Cómo vas a hacer retroceder a uno solo de los más ínfimos servidores de mi señor? Pero tú te fías de Egipto para conseguir carros y jinetes.


Yo, el Señor, vuestro santo, el creador de Israel, vuestro rey.


Cítara y arpa, tambor, flauta y vino no faltan en sus banquetes; pero no piensan en la obra del Señor, no atienden a la hechura de sus manos.


Te has ungido con óleo en honor de Moloc, has prodigado tus perfumes; has enviado a tus mensajeros a lo lejos, los has hecho bajar hasta el abismo.


Y sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos.


Pero el pueblo no ha vuelto hacia aquel que le hiere; no ha buscado al Señor omnipotente.


Por eso el Señor cortó a Israel cabeza y cola, palmera y junco en sólo un día:


Esto dice el Señor: '¡Maldito el hombre que confía en el hombre, que en el mortal se apoya y su corazón se aparta del Señor!


Doble iniquidad ha cometido mi pueblo: me han abandonado a mí, la fuente de agua viva para excavarse aljibes, aljibes agrietados, que no retienen agua.


'Esto dice el Señor, Dios de Israel: Así habréis de decir al rey de Judá, que os ha enviado a consultarme: El ejército del Faraón, que venía en vuestra ayuda, se va a volver a su país de Egipto,


si decís: ¡No!, nos iremos a Egipto, donde no veamos más la guerra, ni oigamos el sonido de la trompeta, ni suframos más hambre, allí nos instalaremos,


Pero éste se ha rebelado contra él enviando sus mensajeros a Egipto en busca de caballos y hombres en abundancia. ¿Podrá tener éxito? ¿Podrá librarse quien hizo tales cosas? El que ha quebrantado un pacto, ¿podrá escapar?


No volverán a ser la esperanza de la casa de Israel, sino que recordarán más bien sus iniquidades cuando se iba detrás de ellos. Y sabrán que yo soy el Señor Dios'.


Este desastre nos ha sobrevenido tal y como está escrito en la ley de Moisés; pero nosotros no hemos tratado de aplacar la ira del Señor, nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestros pecados y dando oídos a tu verdad.


Se volverán a Egipto, pero asirio será su rey porque no han querido convertirse.


No actuaré según el ardor de mi ira, no destruiré más a Efraín, porque yo soy Dios, no un hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no me gusta destruir.


Buscad palabras y volved al Señor. Decidle: Perdona todas nuestras culpas para que recobremos la felicidad y te ofrezcamos en sacrificio palabras de alabanza.


Todos están calientes como un horno, y devoran a sus gobernantes. Así han caído todos sus soberanos, y nadie entre ellos trata de recurrir a mí.


¿No eres tú el Señor desde el principio, mi Dios, mi santo? Tú eres inmortal. Señor, tú los has puesto para ejercer el derecho, los has establecido para hacer justicia.


Dios viene de Temán, el santo del monte Farán; su majestad cubre los cielos y de su gloria está llena la tierra.


Serán como héroes en la batalla que pisan el polvo de las calles; pelearán porque el Señor está con ellos, y los jinetes serán cubiertos de vergüenza.


Pero ese rey no debe tener muchos caballos ni enviar de nuevo gente a Egipto para aumentar su caballería, pues el Señor, tu Dios, ha dicho: No volváis nunca jamás por ese camino.


Cuando salgas a hacer la guerra contra tus enemigos y veas los caballos y los carros de un pueblo más numeroso que tú, no tengas miedo de ello, pues el Señor, tu Dios, está contigo, el mismo que te sacó de Egipto.


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