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Ezequiel 24:16 - Biblia Martin Nieto

16 'Hijo de hombre, mira, voy a quitarte, de improviso, la delicia de tus ojos; pero tú no te lamentes, no llores, no dejes correr tus lágrimas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 «Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Hijo de hombre, te retiraré de un golpe la alegría de tus ojos, pero tú no harás lamentaciones ni llorarás ( ).

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Hijo de hombre, he aquí Yo te quito de golpe el deleite de tus ojos. No endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 'Hijo de hombre, mira: voy a quitarte la que es el encanto de tus ojos; pero no te lamentes ni llores ni corran tus lágrimas.

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Ezequiel 24:16
17 Referans Kwoze  

Siempre mi queja es una rebelión; su mano pesa sobre mis suspiros.


Cuida de que el desdén no te conduzca al insulto, y la grandeza no te haga desviarte.


cierva amable y graciosa gacela, sus encantos te embriaguen de continuo, siempre estés prendado de su amor.


Tu boca como vino exquisito, que fluye suavemente hacia mi amor, deslizándose entre los labios que se adormecen'. Ella:


Si no escucháis este aviso, mi alma llorará en secreto por vuestro orgullo; llorará sin descanso y mis ojos derramarán lágrimas, porque el rebaño del Señor es conducido al cautiverio.


Pues esto dice el Señor: 'No entres en la casa en que se hace duelo. No vayas a llorar, ni a consolarlos, porque -dice el Señor- yo he retirado de este pueblo mi paz, mi misericordia y mi compasión.


No lloréis al que está muerto, no hagáis duelo por él; llorad amargamente por el que parte, porque no volverá más, no verá más la tierra en que nació.


Por eso, esto dice el Señor respecto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: No harán lamentos sobre él: ¡Ay, hermano! ¡Ay, hermana! No le llorarán: ¡Ay, Señor; ay, majestad!


¡Quién me brindara en el desierto un albergue de ambulantes! Abandonaría entonces a mi pueblo; me alejaría de él, porque son todos adúlteros, una pandilla de traidores.


Sí, un lamento llega de Sión: ¡Ah, en qué desastre estamos! ¡Qué vergüenza nos cubre! ¡Tener que abandonar la patria y dejar nuestra casa!


¡Grita por ti al Señor, oh virgen, hija de Sión; deja correr como un torrente tu llanto de día y de noche; no te des tregua a ti misma, ni descanse la pupila de tus ojos!


Había hablado yo por la mañana al pueblo, y por la tarde murió mi esposa. Al día siguiente hice como se me había ordenado.


No debe hacerse impuro ni mancharse por una pariente casada.


Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.


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