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Deuteronomio 1:17 - Biblia Martin Nieto

17 No tengáis en cuenta en vuestros juicios la apariencia de la persona; oíd a los pequeños lo mismo que a los grandes sin temor a nadie, pues el juicio pertenece a Dios. Y si os encontráis con alguna causa difícil, traedla a mí para que yo la resuelva.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios; y la causa que os fuere difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 e imparciales en sus juicios. Atiendan los casos tanto de los pobres como de los ricos. No se acobarden ante el enojo de nadie, porque la decisión que ustedes tomen será la decisión de Dios. Tráiganme a mí los casos que les resulten demasiado difíciles, y yo me ocuparé de ellos”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Cuando juzguen, no se dejarán influenciar por persona alguna, sino que escucharán lo mismo al pobre que al rico, al poderoso que al débil, y no tendrán miedo de nadie, pues el juicio es cosa de Dios. Si un problema les resulta demasiado difícil, me lo pasarán a mí, y yo lo veré.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 No hagáis favoritismo° en el juicio. Escucharéis tanto al pequeño como al grande. No os intimidéis delante de ningún hombre, porque el juicio pertenece a ’Elohim. La causa que os sea demasiado difícil me la traeréis a mí y yo la oiré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 En el juicio no consideraréis las personas, sino que escucharéis lo mismo al pequeño que al grande, no temeréis a nadie, porque el juicio es de Dios. La causa que os parezca demasiado difícil, traédmela a mí y yo la resolveré'.

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Deuteronomio 1:17
48 Referans Kwoze  

¡Lejos de ti hacer tal cosa! ¡Hacer morir al justo con el pecador, tratarle como al culpable! ¡Nunca hagas eso! ¿El juez de toda la tierra no hará justicia?'.


Porque todos morimos y somos como agua derramada en tierra y que no puede recogerse. Dios no quita la vida, ni quiere que el fugitivo esté exiliado lejos de él.


Estableció jueces en cada una de las ciudades de Judá,


y les dijo: 'Mirad lo que hacéis, pues no juzgáis en lugar de los hombres sino en nombre del Señor, que está presente cuando vosotros sentenciáis.


porque temiese el rumor de las gentes o el desprecio de las familias me espantase, hasta quedar callado, sin salir de mi puerta?


'¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, os pondréis de parte de los criminales?


Te agotarás tú y el pueblo que está contigo, porque es una carga demasiado pesada para ti. Ese cometido no puedes hacerlo tú solo.


que ellos administren justicia al pueblo permanentemente. Que a ti te lleven únicamente los asuntos más importantes; los de poca monta, que los juzguen ellos. Así aligerarás tu carga, y ellos la compartirán contigo.


Ellos administraban justicia al pueblo permanentemente. Las cuestiones más difíciles se las llevaban a Moisés, y las de menor importancia las resolvían ellos.


No es bueno tener consideración con el culpable para perjudicar al inocente en el juicio.


También éstas son palabras de los sabios: Tener acepción de personas en el juicio no está bien.


No es bueno tener acepción de personas, por un bocado de pan el hombre peca.


El temer delante de los hombres es un lazo, el que confía en el Señor está seguro.


Pero tú, cíñete la cintura, levántate para decirles todo lo que yo te ordene. No tiembles ante ellos, no sea que te haga yo temblar en su presencia.


No haréis injusticias en los juicios; ni beneficiarás al débil ni favorecerás al poderoso: juzgarás con justicia a tu prójimo.


Por eso también yo os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, de la misma manera que vosotros no habéis guardado mi camino, sino que habéis dado pruebas de parcialidad en vuestras decisiones.


Le enviaron discípulos suyos con los herodianos a decirle: 'Maestro, sabemos que eres sincero, que enseñas de verdad el camino de Dios y que no te importa nada el qué dirán, porque no tienes respetos humanos.


Llegaron y le dijeron: 'Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa nada el qué dirán, porque no tienes respetos humanos y enseñas de verdad el camino de Dios. ¿Es lícito pagar el impuesto al césar o no? ¿Lo debemos dar o no?'.


Le preguntaron: 'Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud, que no te importa nada el qué dirán y que enseñas de verdad el camino del Señor.


pues ante Dios todos son iguales.


Y vosotros, amos, haced con ellos las mismas cosas, dejándoos de amenazas, considerando que ellos y vosotros tenéis un mismo amo en el cielo, para el que todos son iguales.


pues el Señor, vuestro Dios, es el Dios de los dioses y Señor de los señores, el Dios grande, fuerte y temible, que no admite acepción de personas ni se deja comprar con regalos.


No violentes el derecho, no hagas acepción de personas, no aceptes regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y corrompen las sentencias de los justos.


No violes el derecho del emigrante, ni el del huérfano, ni tomes en prenda los vestidos de la viuda.


Si dos hombres tienen un pleito, se presentarán al tribunal, que decidirá sobre ellos: se absolverá al justo y se condenará al culpable.


Al que comete injusticia le darán la paga de sus injusticias, pues ante Dios todos somos iguales.


Por el contrario, fue Dios el que nos eligió y nos confió su evangelio, y así es como hablamos. No tratamos de agradar a los hombres, sino a Dios, que sondea nuestros corazones.


Pero si tenéis favoritismos, cometéis un pecado, y la ley os condena como transgresores.


Y si invocáis como Padre al que juzga imparcialmente a cada uno según sus obras comportaos respetuosamente mientras estáis de paso en este mundo.


El Señor dijo a Samuel: 'No consideres su aspecto ni su alta estatura, porque yo lo he descartado. El hombre no ve lo que Dios ve; el hombre ve las apariencias, y Dios ve el corazón'.


Si peca un hombre contra otro hombre, Dios puede intervenir en su favor; pero si un hombre peca contra el Señor, ¿quién intercederá por él?'. Pero ellos no hicieron caso a su padre, porque el Señor había decidido que muriesen.


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