Todas estas ciudades y sus aldeas pertenecían a la tribu de Dan. Más tarde los de Dan perdieron sus tierras, así que fueron al norte y atacaron la ciudad de Lésem. Mataron a toda la gente que allí vivía, y se apoderaron de la ciudad. A la ciudad le cambiaron el nombre y la llamaron Dan, en honor de su antepasado.
Tampoco los de la tribu de Neftalí pudieron echar a los cananeos que vivían en Bet-semes y Bet-anat, así que estos siguieron allí, pero obligados a trabajar para los de Neftalí.
Así que los amorreos se quedaron en Jeres, Aialón y Saalbim. Tiempo después, los de Efraín y de Manasés se hicieron más poderosos y obligaron a los amorreos a trabajar para ellos.
En ese tiempo en que los israelitas no tenían rey, los de la tribu de Dan estaban buscando un lugar donde vivir. De todas las tribus de Israel, Dan era la única a la que todavía no se le había asignado ningún territorio.