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Isaías 53:5 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

5 Pero él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos sanados.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Pero Él fue traspasado por nuestras transgresiones, Molido por nuestros pecados. El precio° de nuestra paz cayó sobre Él, Y por su herida fuimos sanados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Pero él era traspasado por nuestras rebeliones, aplastado por nuestras iniquidades. El castigo que nos valía la paz caía sobre él y por sus cardenales éramos sanados.

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Isaías 53:5
27 Referans Kwoze  

»Haré que tú y la mujer, sean enemigas; pondré enemistad entre sus descendientes y los tuyos. Un hijo suyo te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón».


2 (3) Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y me sanaste;


Con golpes y con azotes se corrigen los malos pensamientos.


Hablen con mucho cariño a los habitantes de Jerusalén, y anúncienles de mi parte que ya han dejado de ser esclavos. Ya les hice pagar por sus pecados, y el castigo que han recibido es más que suficiente».


Yo he visto su desobediencia, pero les quitaré su rebeldía y les daré descanso. A todos los que están tristes


Con esa brasa me tocó los labios, y me dijo: «Esta brasa ha tocado tus labios. Con ella, Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tus pecados».


”Tienen que pasar setenta semanas para que termine el castigo contra tu pueblo y la ciudad santa, y Dios les perdone su maldad. Tienen que pasar setenta semanas para que lleguen a su fin la desobediencia y el pecado. Al cabo de ese tiempo siempre habrá justicia, y sucederá lo que viste, y Dios cumplirá su promesa. Su santo templo será purificado, y se le volverá a dedicar.


El Dios todopoderoso afirma: «¡Despiértate, espada, y mata a mi rey escogido! ¡Mata a mi mejor amigo! Así mi pueblo se dispersará y yo acabaré con sus descendientes.


Yo, el Hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para dar mi vida por la salvación de muchos.»


Dios entregó a Jesús para que muriera por nuestros pecados, y lo resucitó para que fuéramos declarados inocentes.


Lo primero que les enseñé fue lo mismo que yo aprendí: que Cristo murió en lugar de nosotros, que éramos pecadores. Tal como lo enseña la Biblia,


Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.


Deben amar a los demás, así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Para Dios, la muerte de Cristo es como el delicado aroma de una ofrenda.


Aprendan hoy la lección que Dios les ha dado al disciplinarlos, lección que aún no han recibido sus hijos. Acuérdense de que en Egipto Dios demostró su gran poder y realizó grandes milagros, cuando envió terribles castigos contra el rey y su país. Los egipcios los perseguían a ustedes por en medio del Mar de los Juncos, pero Dios cerró las aguas y los destruyó por completo: ¡los hundió en el mar con todos sus caballos y carros de guerra!


Dios nos eligió porque Jesucristo obedeció sus órdenes al morir en la cruz, y ofreció su cuerpo como sacrificio una sola vez y para siempre.


Porque, con un solo sacrificio, Jesucristo hizo que Dios hiciera perfectos a todos los que eligió para ser parte de su pueblo.


Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios.


De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para que muchos seamos perdonados de nuestros pecados. Después él volverá otra vez al mundo, pero no para morir por nuestros pecados, sino para salvar a todos los que esperamos su venida.


Porque Cristo murió una vez y para siempre para perdonarnos nuestros pecados. Él era bueno e inocente, y sufrió por los pecadores, para que ustedes pudieran ser amigos de Dios. Los que mataron a Cristo destruyeron su cuerpo, pero él resucitó para vivir como espíritu.


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