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Isaías 37:1 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

1 Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste, y para mostrarlo se rompió la ropa, se puso ropa áspera y se fue al templo.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cuando el rey Ezequías oyó el informe, rasgó su ropa, se vistió de tela áspera y entró al templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cuando terminaron de hablar, el rey Ezequías rasgó también su ropa, se puso un saco y se fue a la Casa de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y sucedió que cuando el rey Ezequías lo oyó, también rasgó sus vestidos, y se cubrió de saco, y fue a la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 El rey Ezequías, al oírlo, rasgó sus vestiduras y, cubierto de saco, entró en el templo de Yahveh.

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Isaías 37:1
13 Referans Kwoze  

y cuando el rey escuchó lo que decía el libro, fue tanta su tristeza y angustia, que rompió su ropa.


Ante esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amós, clamaron a Dios y le pidieron ayuda.


A la hora del sacrificio de la tarde me recuperé de mi tristeza. Sin quitarme mis ropas rotas me puse de rodillas delante de mi Dios, y extendiendo mis brazos


Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había pasado, rompió su ropa en señal de tristeza, y se puso ropa áspera. Luego se echó ceniza en la cabeza, y anduvo por la ciudad llorando amargamente y en voz alta.


Isaías dijo: «El Dios todopoderoso les aconsejó que debían ponerse a llorar y vestirse de luto en señal de dolor.


Después Eliaquim, Sebná y Joah rompieron su ropa en señal de angustia, y fueron a contarle al rey Ezequías lo que había dicho el oficial asirio.


Ezequías tomó la carta y la leyó. Luego fue al templo, extendió la carta delante de Dios


»Y aunque Miqueas dijo esto, no lo mataron. Al contrario, el rey y el pueblo se humillaron ante Dios, y él los perdonó. Pero si nosotros matamos a Jeremías, Dios nos castigará».


Mientras el rey y los jefes escuchaban las palabras escritas en el libro, no tuvieron miedo ni se mostraron arrepentidos.


«Habitantes de Corazín, ¡qué mal les va a ir a ustedes! ¡Y también les va a ir mal a ustedes, los que viven en Betsaida! Si los milagros que se han hecho entre ustedes se hubieran hecho en las ciudades de Tiro y de Sidón, hace tiempo que los que allí viven habrían cambiado su manera de vivir. Se habrían vestido con ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza, para mostrar su arrepentimiento.


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