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Hechos 6:14 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

14 Lo hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá el templo, y que cambiará las costumbres que Moisés nos enseñó.»

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

14 pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Lo hemos oído decir que ese tal Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las costumbres que Moisés nos transmitió».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Le hemos oído decir que Jesús el Nazareno destruirá este Lugar Santo y cambiará las costumbres que nos dejó Moisés.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Porque lo hemos oído diciendo que este Jesús, el nazareno, destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 porque le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés'.

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Hechos 6:14
33 Referans Kwoze  

»A mis seguidores les daré un nombre hermoso; en cambio, el nombre de ustedes se usará para maldecir a otros.


Pero Jeremías, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijo: «Lo que he dicho contra el templo y contra Jerusalén, Dios mismo me mandó a anunciarlo.


«Cuando Ezequías era el rey de Judá, el profeta Miqueas de Moréset habló de parte de Dios y le anunció al pueblo de Judá este mensaje: “La ciudad de Jerusalén será destruida; quedará hecha un montón de ruinas. Y en el monte de Sión, donde se levanta el templo, solo crecerán matorrales”.


”Pasadas las sesenta y dos semanas, vendrá un rey con su ejército y matará al Príncipe elegido. ¡Jerusalén y el templo serán destruidos por completo! El fin llegará de repente, como llega una inundación. ¡La guerra y las destrucciones que habían sido anunciadas seguirán hasta que llegue el fin!


Lo mismo sucederá con los israelitas: Durante mucho tiempo no tendrán rey ni jefe; tampoco podrán presentar ofrendas a Dios, ni sabrán lo que Dios quiere que hagan; además, no tendrán sacerdotes ni ídolos familiares.


»¡Por culpa de ustedes mi templo será derribado! ¡Por culpa de ustedes Jerusalén quedará en ruinas, y el monte de Sión se cubrirá de maleza!»


»Monte Líbano, ¡abre paso al fuego, porque va a devorar tus cedros!


Por fin, hubo dos que dijeron: «Este hombre dijo que es capaz de destruir el templo de Dios, y de construirlo de nuevo en tres días.»


«Nosotros oímos a Jesús decir que él iba a destruir este templo que nosotros hicimos. Él mismo dijo que en tres días iba a construir otro templo, sin la ayuda de nadie.»


A unos los matarán con espada, y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será destruida y conquistada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente sea destruida.


«Llegará el momento en que todo esto será destruido. ¡Ni una sola pared del templo quedará en pie!»


Jesús les contestó: —Destruyan este templo, y en solo tres días volveré a construirlo.


Jesús le contestó: —Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando, para adorar a Dios, nadie tendrá que venir a este cerro ni ir a Jerusalén.


Por esos días llegaron a Antioquía algunos hombres de la región de Judea. Ellos enseñaban a los seguidores de Jesús que debían circuncidarse, porque así lo ordenaba la ley de Moisés. Les enseñaban también que, si no se circuncidaban, Dios no los salvaría.


Ellos se han enterado de que, a los judíos que viven en el extranjero, tú les enseñas a no obedecer la ley de Moisés, y que les dices que no deben circuncidar a sus hijos ni hacer lo que todos los judíos hacemos.


Pablo entonces tomó la palabra para defenderse, y dijo: —Yo no he hecho nada malo contra el templo de Jerusalén, ni contra el emperador de Roma. Tampoco he desobedecido las leyes judías.


Yo sé que Su Majestad conoce bien las costumbres judías, y sabe también acerca de las cosas que discutimos. Por eso le pido ahora que me escuche con paciencia.


Tres días después, Pablo invitó a los líderes judíos que vivían en Roma, para que lo visitaran en la casa donde él estaba. Cuando ya todos estaban juntos, Pablo les dijo: —Amigos israelitas, yo no he hecho nada contra nuestro pueblo, ni contra nuestras costumbres. Sin embargo, algunos judíos de Jerusalén me entregaron a las autoridades romanas.


Entonces, ¿para qué sirve la ley? Pues después de hacerle su promesa a Abraham, Dios nos dio la ley para mostrarnos lo que estábamos haciendo mal. Pero esa ley serviría solo hasta que viniera el descendiente de Abraham, a quien Dios le hizo la promesa. Dios le dio la ley a Moisés por medio de los ángeles, para que él nos la diera a nosotros.


Antes de eso, la ley fue como una cárcel, donde estuvimos encerrados hasta que vimos que podíamos confiar en Cristo.


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