29 »Las vestiduras sagradas de Aarón deberán ser preservadas para los descendientes que lo sucedan, quienes las usarán cuando sean ungidos y ordenados.
»Además, ustedes han expulsado a los sacerdotes y a sus ayudantes, a los cuales Dios había elegido, ¡y han nombrado a sus propios sacerdotes! Se están comportando como los pueblos que no conocen al Dios verdadero: nombran como sacerdote de esos dioses falsos a cualquier fulano que traiga como ofrenda un ternero y siete carneros.
»Quiero que mandes a hacer un traje especial para Aarón y sus hijos, pues son mis sacerdotes. Busca a quienes les he dado grandes capacidades artísticas, para que les hagan ese traje, pues quiero que sea fino y hermoso, como corresponde a mis sacerdotes. »El traje debe tener un chaleco, una túnica, una capa, un manto bordado, un gorro y un cinturón. Para hacer todo esto, se usará tela morada, tela azul, tela roja y lino fino, con bordados en oro. La túnica debe llevar dos tirantes en los extremos, y un cinturón.
y derrama aceite sobre ellos para consagrarlos como mis sacerdotes. A partir de ese momento, y gracias al aceite de consagrar, los descendientes de Aarón y de sus hijos serán mis sacerdotes para siempre».
Además, Dios le dijo a Aarón: «Tu trabajo sacerdotal consiste en presentarme las ofrendas de los israelitas. Todas esas ofrendas se las daré a ti y a tus descendientes, por el servicio que me prestan. Esta será una ley permanente.
El pueblo protegerá a quien sin quererlo haya matado a otro, y no dejará que lo mate el pariente más cercano al muerto. Por eso, el pueblo llevará al que mató al otro a la ciudad de refugio. Mientras esa persona viva en esa ciudad, estará a salvo y nadie le podrá hacer daño. Pero no deberá salir de la ciudad mientras viva el jefe de los sacerdotes. Después de la muerte del jefe de sacerdotes, podrá regresar a su casa, y nadie podrá hacerle daño. Pero si esa persona sale de la ciudad antes de eso, y lo encuentra el pariente del muerto, ese pariente lo podrá matar sin que se le culpe de nada.