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Éxodo 10:20 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

20 Pero Dios hizo que el rey se pusiera terco y no dejara ir a los israelitas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y este no dejó ir a los hijos de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Pero el Señor nuevamente endureció el corazón del faraón, por lo cual no dejó salir al pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Pero Yavé hizo que Faraón continuara en su porfía y no dejara salir a Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Pero YHVH endureció el corazón de Faraón, y no dejó partir a los hijos de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Pero endureció Yahveh el corazón del Faraón, que no dejó partir a los israelitas.

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Éxodo 10:20
13 Referans Kwoze  

Dios le dijo a Moisés: «Ve y preséntate ante el rey. Yo he hecho que él y sus consejeros se pongan tercos, para mostrarles mi poder mediante señales terribles y asombrosas.


Una vez más, Dios hizo que el rey se pusiera terco y no dejara ir a los israelitas.


Moisés y Aarón hicieron en presencia del rey todas las señales terribles y asombrosas que Dios les había ordenado hacer, pero el rey se puso terco y no dejó que los israelitas se fueran de Egipto.


»Claro, yo sé que el rey no va a dejarlos ir, pero lo obligaré a hacerlo.


Ya Dios le había dicho: «Cuando llegues a Egipto, haz delante del rey todas las maravillas que te he ordenado hacer con la vara. Yo haré que el rey se ponga terco y no deje salir al pueblo.


Sin embargo, Dios hizo que el rey se pusiera terco y no quisiera saber nada de Moisés ni de Aarón, tal como Dios se lo había dicho a Moisés.


Así que todo depende de lo que Dios decida hacer: él se compadece de quien quiere, y a quien quiere lo vuelve terco.


»Pero el rey Sihón no nos dejó pasar, pues nuestro Dios hizo que se negara. Dios me dijo entonces que a partir de ese momento dominaríamos a Sihón, y que de inmediato debíamos entrar en su territorio y conquistarlo. »Sihón salió con su ejército para luchar contra nosotros en Jahas, pero Dios nos dio la victoria. Conquistamos todas sus ciudades y las destruimos por completo, acabamos con todos sus habitantes, y solo nos quedamos con el ganado y los objetos de valor. Ninguna de sus ciudades resistió nuestro ataque; a todas ellas las destruimos, comenzando por la ciudad de Aroer, que está en ambos lados del río Arnón, y terminando por la ciudad de Galaad. Hasta la fecha seguimos dominándolos.


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