14 »Pues oigan esto, israelitas: Voy a mandar contra ustedes una nación que los conquiste, y los vencerá por completo; desde Hamat, en el norte, hasta el desierto, en el sur. Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así será».
14 Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá.
14 «Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti —dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales—. Los oprimirán por todo su territorio, desde Lebo-hamat en el norte hasta el valle de Arabá en el sur».
14 Pues bien, yo voy a lanzar contra ustedes, israelitas, una nación que los oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el torrente de la Arabá.
Palabra de Yavé, Dios Sabaot.
14 Pues he aquí, ¡oh casa de Israel!, Yo levanto contra vosotros una nación, Dice YHVH ’Elohey Sebaot, Que os oprimirá desde el Paso de Hamat hasta el torrente del Arabá.
14 Mirad que suscito contra vosotros, ¡oh casa de Israel! a una nación: os oprimirán desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Arabá -oráculo de Yahveh, Dios Sebaot-.
En esa ocasión, Salomón y todo Israel celebraron la fiesta de las enramadas, la cual duró siete días. Hubo muchísima gente, pues los israelitas habían venido de todas partes del país, desde Hamat hasta el arroyo de Egipto. Luego celebraron otra fiesta de siete días; en total fueron catorce días de fiesta.
Dios se dio cuenta de que todos los israelitas estaban sufriendo mucho y no tenían quien los ayudara. Entonces los salvó por medio de Jeroboam, pues aún no había decidido hacer desaparecer de esta tierra al pueblo de Israel. Jeroboam recuperó el territorio que Israel había perdido, el cual se extendía desde la entrada de Hamat hasta el mar de Arabá. Esto había sido ya anunciado por medio de Jonás hijo de Amitai, profeta de Dios que era de la ciudad de Gat-héfer.
En ese tiempo llegó Tiglat-piléser, y conquistó las ciudades de Iión, Abel-bet-maacá, Janóah, Quedes, Hasor, Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí. A los habitantes de esos lugares se los llevó prisioneros.
Al final, a los nueve años del reinado de Oseas, el rey de Asiria se apoderó de Samaria y se llevó prisioneros a los israelitas hasta su país. Los ubicó en Halah, en la región del río Habor, en Gozán, y en las ciudades de los medos.
»Los habitantes de Samaria, la ciudad capital de Israel, se sienten orgullosos del toro que adoran en Bet-avén. Pero vendrá el ejército asirio y se llevará ese ídolo a su país como un regalo para su rey. »Por eso los israelitas lloran y tiemblan de miedo, junto con sus sacerdotes; ahora todos se avergüenzan de haber adorado a ese ídolo.
Por lo tanto, pueblo de Israel, nuestro Dios les advierte: «Un ejército enemigo vendrá a Samaria y la rodeará para conquistarla; derribará sus fortalezas y dejará vacíos sus palacios. Cuando un león ataca las ovejas, el pastor lucha por salvarlas, pero solo alcanza a rescatar dos patas o un pedazo de oreja; así también ustedes, israelitas que ahora viven en Samaria, querrán escapar y llevarse todo, pero solo podrán llevarse la pata de una cama o una alfombra de Damasco».