26 Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real.
26 Absalón se cortaba el cabello cuando ya le pesaba mucho, y cuando se lo cortaba se lo pesaba. Pues bien, pesaba doscientos siclos según el peso del rey (un kilo y medio).
26 Él se rapaba la cabeza, y acontecía al final de cada año cuando solía raparse, porque le molestaba, entonces se rapaba; y el cabello de su cabeza pesaba doscientos siclos de peso real.
26 Cuando se cortaba el cabello -y lo hacía cada año, porque le pesaba demasiado y se lo tenía que cortar- su cabellera llegaba a pesar doscientos siclos según el peso real.
Este precio le pareció bien a Abraham, y le pagó a Efrón las cuatrocientas monedas de plata, siguiendo las reglas de los comerciantes. Así fue como el campo y la cueva pasaron a ser propiedad legal de Abraham, junto con todos los árboles que había en el campo. De esto fueron testigos todas las autoridades hititas. Una vez cerrado el trato, Abraham enterró a Sara en esa cueva, la cual está en Hebrón, frente al bosque de Mamré, en la región de Canaán.
Cuando Absalón se enfrentó a los hombres de David, iba montado en una mula. De repente, al pasar por debajo de un gran árbol, se le atoró la cabeza entre las ramas y se quedó colgado mientras que la mula siguió corriendo.
»Mujeres de Jerusalén, hoy andan perfumadas, mañana olerán mal; hoy usan cinturón, mañana usarán una soga; hoy se visten con ropa fina, mañana vestirán trapos viejos; hoy se ven muy hermosas, mañana estarán llenas de cicatrices; hoy se peinan con elegancia, mañana no tendrán nada que peinarse».