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Salmos 99:1 - Biblia Torres Amat 1825

1 Reina ya el Señor, que se estremezcan los pueblos; reina ya aquel que está sentado sobre los querubines, agítese la tierra.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Jehová reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡El Señor es rey! ¡Que tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Que se estremezca toda la tierra!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 El Señor reina, tiemblan los pueblos; monta en querubines, la tierra se estremece.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡YHVH reina! ¡Tiemblen los pueblos! Se sienta sobre los querubines, ¡Conmuévase la tierra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Reina el Señor, los pueblos se conmueven, está sentado sobre querubines, la tierra se estremece.

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Salmos 99:1
30 Referans Kwoze  

y se puso en marcha con toda la gente principal de la tribu de Judá que con él estaba, para traerse de Cariatiarim el arca de Dios, en presencia de la cual es invocado el nombre del Señor de los ejércitos, que está sentado encima de ella sobre los querubines.


Conmuévase delante de él toda la tierra; puesto que él es el que fundó el universo sobre firmes cimientos.


Montó sobre querubines; y tomó el vuelo; voló llevado en alas de los vientos.


Mas yo he sido por él constituido rey sobre Sión, su santo monte, para predicar su ley.


Escucha, ¡oh tú, pastor de Israel!, tú que apacientas el pueblo de José, como a ovejas. Tú que estás sentado sobre los querubines, manifiéstate,


delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés. Ostenta tu poder, y ven a salvarnos.


Mas no tienen conocimiento, ni ciencia, andan entre tinieblas; se han trastornado todos los cimientos de la tierra.


El Señor reinó, se revistió de gloria, se armó de fortaleza, y se ciñó todo de ella. Asentó también firme la tierra, y no será conmovida.


Publicad entre las naciones que ya reina el Señor. Porque él afirmó la tierra, que jamás se ladeará; juzgará a los pueblos con equidad.


Adorad al Señor en su santa morada. Conmuévase a su vista toda la tierra.


El Señor es el que reina: Regocíjese la tierra; muestre su júbilo la multitud de islas.


Alumbrarán sus relámpagos la tierra, que lo vio, y se estremeció.


Desde allí te daré yo mis órdenes; desde encima del propiciatorio, y desde en medio de los dos querubines puestos sobre el Arca del Testamento, te diré todas cuantas cosas hubiere de ordenar por tu medio a los hijos de Israel.


Y Egipto no ejecutará cosa que tenga pies ni cabeza, ni el que manda ni el que obedece.


Miré los montes, y reparé que temblaban, y que todos los collados se estremecían.


Al rumor de su ruina se conmovió la tierra, hasta el mar Rojo llegaron sus voces y clamores.


¿conque a mí no me temeréis, dice el Señor, ni os arrepentiréis delante de mí? Yo soy el que al mar le puse por término la arena, ley perdurable que no quebrantará; han de levantarse sus olas, y no traspasarán sus límites; y se encresparán, pero no pasarán más adelante.


A la noticia de la conquista de Babilonia se ha estremecido la tierra, y sus gritos se han oído entre las naciones.


me dijo: Hijo de hombre, he aquí el lugar de mi trono, y el lugar donde asentaré mis pies, y donde tendré mi morada entre los hijos de Israel para siempre. Los de la familia de Israel no profanarán ya más mi santo Nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones o idolatrías, con los cadáveres de sus reyes y con los oratorios en los lugares altos.


Dijo, pues: Un hombre de ilustre nacimiento se marchó a una región remota para recibir el reino, y volver con ella.


Es de saber que sus naturales le aborrecían; y así despacharon tras de él embajadores, diciendo: No queremos a ése por nuestro rey.


Pero en orden a aquellos enemigos míos, que no me han querido por rey, conducidlos acá, y quitadles la vida en mi presencia.


Por lo cual, carísimos míos, (puesto que siempre habéis sido obedientes a mi doctrina, sedlo ahora) trabajad con temor y temblor en la obra de vuestra salvación, no sólo como en mi presencia, sino mucho más ahora en ausencia mía.


Las naciones montaron en cólera, mas sobrevino tu ira, y el tiempo de ser juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu Nombre, pequeños y grandes, y de acabar con los que han corrompido la tierra.


Después vi un gran solio reluciente, y a uno, esto es, a Jesucristo, sentado en él, a cuya vista desapareció la tierra, y el cielo, y no quedó nada de ellos.


Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todos los hombres, así esclavos como libres, se escondieron en las grutas y entre las peñas de los montes;


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