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Salmos 4:1 - Biblia Torres Amat 1825

1 Así que lo invoqué, me oyó Dios, que es mi justicia; tú, ¡oh Dios mío!, en mi angustia me ensanchaste el corazón. Apiádate aún de mí, y presta oídos a mi oración.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Respóndeme cuando clamo a ti, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Cuando llamo, respóndeme, Dios mi defensor! En la angustia tú me has dado sosiego: ten compasión de mí y escucha mi oración.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Al director del coro, con neguinot.° Salmo de David. ¡Oh Dios de mi justicia,° respóndeme cuando clamo!° Tú, que en la estrechez me diste holgura,° Ten misericordia de mí y escucha mi oración.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Del director; con instrumentos de cuerda. Salmo. De David.

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Salmos 4:1
35 Referans Kwoze  

Así que, oh Job, te salvará del abismo estrecho e insondable de miserias; y volverás a sentarte en tu opípara mesa.


Porque el Señor es justo y ama la justicia, está siempre su rostro mirando la rectitud.


Oh Señor, siervo tuyo soy, siervo tuyo e hijo de esclava tuya. Tú rompiste mis cadenas;


El Señor guarda a los pequeñuelos; yo me humillé, y él me sacó a paz y salvo.


Vuelve hacia mí tus ojos, y mírame con piedad, según sueles hacerlo con los que aman tu Nombre.


Mas no quieres entrar en juicio con tu siervo; porque ningún viviente puede aparecer justo en tu presencia.


Yo he clamado a ti, Dios mío, porque siempre me has oído benignamente; inclina, pues, hacia mí tus oídos, y escucha mis palabras.


¡Oh Dios!, ¡oh Dios mío, vuelve a mí tus ojos! ¿Por qué me has desamparado? Los gritos de los pecados míos alejan de mí la salud.


Este es el que obtendrá la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador .


Vuelve, Señor, hacia mí tu vista, y ten de mí compasión; porque me veo solo y pobre.


No me dejaste encerrado en manos del enemigo, sino que abriste ancho camino a mis pies.


Porque tú me has tomado bajo tu protección a causa de mi inocencia, y me has puesto en lugar seguro ante tu acatamiento por toda la eternidad.


Como busca el sediente ciervo por las fuentes de aguas, así, ¡oh Dios!, clama por ti el alma mía.


Hirviendo está el pecho mío en sublimes pensamientos. Al rey consagro yo esta obra. Mi lengua es pluma de amanuense que escribe muy ligero.


Para la gente que estaba lejos del santuario. Inscripción para ponerse sobre una columna por David, cuando los extranjeros o filisteos le detuvieron en Get. Apiádate de mí, ¡oh Dios mío!, porque el hombre me está atropellando indignamente; me tiene angustiado, combatiendo todo el día contra mí.


No destruyas a tu siervo. Ten piedad de mí. ¡Dios mío!, apiádate de mí; ya que mi alma tiene puesta en ti su confianza. A la sombra de tus alas esperaré, hasta que pase la iniquidad.


Señor, no me reprendas en medio de tu saña, ni me castigues en la fuerza de tu enojo.


Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga; haga resplandecer sobre nosotros la luz de su rostro, y nos mire compasivo;


Dios es conocido en la Judea; en Israel es grande su Nombre.


Dirán, pues (atestiguándolo en el Señor, o con juramentos) que mía es la justicia y el imperio. Ante el Señor comparecerán y quedarán confundidos todos los que se le oponen.


En aquellos días suyos, Judá será salvo, e Israel vivirá tranquilamente; y el nombre con que será llamado aquel rey, es el de Justo Señor o Dios nuestro.


El Señor Dios es mi fortaleza; y él me dará pies ligeros como de ciervo; y el vencedor me conducirá a las alturas de mi morada, cantando yo himnos en su alabanza.


Y por esta conducta del mismo Dios subsistís vosotros o estáis incorporados en Cristo Jesús , el cual fue constituido por Dios para nosotros por fuente de sabiduría, y por justicia, y santificación, y redención nuestra,


El cual nos ha librado y nos libra aun de tan graves peligros de muerte; y en quien confiamos que todavía nos ha de librar,


Pues no quiero, hermanos, que ignoréis la tribulación que padecimos en el Asia, los males de que nos vimos abrumados, tan excesivos y tan superiores a nuestras fuerzas, que nos hacían pesada la misma vida.


Y añadió David: El Señor que me libró de las garras del león y del oso, él mismo me librará también de las manos de ese filisteo. Dijo Saúl a David: Anda, pues, y el Señor sea contigo.


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