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Salmos 102:1 - Biblia Torres Amat 1825

1 Oración de un miserable, que hallándose atribulado derrama en la presencia del Señor sus plegarias. Escucha, ¡oh Señor!, benignamente mis ruegos; y lleguen hasta ti mis clamores.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Jehová, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Señor, ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Señor, escucha mi plegaria, que mis gritos lleguen hasta ti.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Oración de un afligido que desmaya, y en presencia de YHVH derrama su querella. ¡Oh YHVH, escucha mi oración, Y llegue a ti mi clamor!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Oración del afligido cuando, desfalleciente, derrama su queja delante del Señor.

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Salmos 102:1
28 Referans Kwoze  

Finalmente, los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y fue oída su voz por el Señor; y su oración penetró hasta la morada santa del cielo.


Pero el Señor mirando a la miseria de los desvalidos, y al gemido de los pobres, dice: Ahora me levantaré yo para defenderlos. Los pondré a salvo; yo les inspiraré confianza.


Mi espíritu padece terribles angustias; está mi corazón en continua zozobra.


Oyeme luego, ¡oh Señor!, mi espíritu ha desfallecido. No retires de mí tu rostro; haz que no haya de contarme ya entre los muertos.


Condescenderá con la voluntad de los que le temen; oirá benigno sus peticiones, y los salvará.


Mas en medio de esta mi tribulación invoqué al Señor, y a mi Dios clamé, el cual desde su santo templo escuchó benigno mis voces; y el clamor que hice yo ante su acatamiento penetró sus oídos.


Oye, Señor, mi oración, y mi súplica; atiende a mis lágrimas; no guardes silencio; puesto que yo soy delante de ti un advenedizo y peregrino como todos mis padres.


Estos eran los recuerdos que venían a mi memoria; y ensanché dentro de mí mi espíritu; porque yo he de llegar, dije, al sitio del admirable tabernáculo, hasta la casa de mi Dios; entre voces de júbilo, y de acción de gracias, y de algazara de convite.


Atiende a la voz de mis súplicas; ¡oh mi rey y Dios mío!


Desde los últimos términos de la tierra clamé a ti; cuando mi corazón se hallaba más angustiado, tú me colocaste sobre una alta peña; tú fuiste mi guía.


Esperad en él vosotros, pueblos todos aquí congregados; derramad vuestros corazones en su acatamiento: Dios es nuestro protector eternamente.


Me acordé de Dios, y me sentí bañado de gozo; me ejercité en la meditación, y caí en un desfallecimiento.


De allí a mucho tiempo murió el rey de Egipto; y los hijos de Israel, gimiendo bajo el peso de las faenas, levantaron el grito al cielo; y el clamor en que les hacía prorrumpir el excesivo trabajo, subió hasta Dios.


Pusiste una nube delante de ti, para que no pudiesen llegar a tu presencia nuestras plegarias.


Y aunque yo clame y ruegue, no hace caso de mis plegarias.


Y le vino un sudor como de gotas de sangre, que chorreaba hasta el suelo.


Y cierto que aunque era Hijo de Dios, aprendió como hombre, por las cosas que padeció, a obedecer.


Dicho esto, arrojaron fuera de sus confines todos los ídolos de los dioses ajenos, y sirvieron al Señor Dios; el cual se compadeció de sus miserias.


Mañana a esta misma hora te enseñaré un hombre de la tierra de Benjamín, y lo ungirás por caudillo de mi pueblo de Israel, y él salvará a mi pueblo de las manos de los filisteos; porque yo he vuelto mis ojos hacia el pueblo mío, por cuanto sus clamores han llegado hasta mí.


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