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Rut 3:9 - Biblia Torres Amat 1825

9 y lé dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Soy Rut, esclava tuya: extiende tu manto sobre tu sierva; por cuanto eres el pariente más cercano de mi marido.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

9 Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 —¿Quién eres? —preguntó. —Soy Rut, su sierva —contestó ella—. Extienda sobre mí el borde de su manto ya que usted es el redentor de mi familia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Como le preguntara quién era, ella le respondió: 'Soy Rut, tu sirvienta. Tápame con tu manta, pues tú debes rescatarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Entonces él dijo: ¿Quién eres tú? Y ella respondió: Soy Rut, tu sierva; extiende el borde de tu manto° sobre tu sierva, porque redentor° mío eres.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Él le preguntó: '¿Quién eres tú?'. Ella le respondió: 'Yo soy Rut, tu sierva; extiende sobre tu sierva el borde de tu manto, porque eres el que tiene derecho de rescate'.

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Rut 3:9
10 Referans Kwoze  

Y pasé junto a ti, y te vi, y estabas tú ya entonces en la edad de los amores, o en la pubertad, y extendí yo sobre ti la punta de mi manto y cubrí tu ignominia, y te hice un juramento, e hice contigo un contrato, dice el Señor Dios, y desde entonces fuiste mía.


Así es que cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.


A la cual contestó Noemí: Bendito sea el Señor; pues la misma buena voluntad que tuvo a los vivos, la conserva todavía a los difuntos. Y añadió: ese hombre es pariente nuestro.


A lo que dijo Booz: Bendita seas del Señor, hija mía, que has sobrepujado tu primera bondad y cordura, con la que manifiestas ahora, pues siendo joven como eres, no has ido a buscar jóvenes, ni pobres ni ricos, sino a los que la ley dispone.


No niego yo ser pariente; pero hay otro más cercano que yo.


Cuando he aquí que a medianoche despertó el hombre despavorido y turbado al ver una mujer echada a sus pies;


lo cual he querido que tú sepas, y decírtelo en presencia de todos los circunstantes y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres poseerla por el derecho de parentesco, cómprala y poséela. Y si no gustas de eso, decláralo para que yo sepa lo que debo hacer; puesto que no hay otro pariente sino tú, que eres el primero, y yo que soy el segundo. A lo que respondió él: Pues yo compraré la heredad.


El respondió: Renuncio el derecho de parentesco: porque no es razón que yo arruine la posteridad de mi familia; usa tú del derecho mío, el que protesto renunciar espontáneamente.


Y levantándose ella, se inclinó hasta la tierra, y dijo como si hablase con David: Tu sierva se tendría por dichosa de ser empleada en lavar los pies de los criados de mi señor.


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