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Proverbios 4:4 - Biblia Torres Amat 1825

4 y él, instruyéndome, me decía: Reciba tu corazón mis palabras, observa mis preceptos, y vivirás feliz.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Mi padre me enseñó: «Toma en serio mis palabras. Sigue mis mandatos y vivirás.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 él me instruía entonces en estos términos: '¡Recuerda bien mis palabras; sigue mis consejos y vivirás!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y él me enseñaba y me decía: Retenga tu corazón mis palabras, Guarda mis mandamientos, y vivirás.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Él me enseñaba y me decía: 'Retenga tu corazón mis palabras', guarda mis preceptos y vivirás,

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Proverbios 4:4
22 Referans Kwoze  

Pues bien sé que ha de mandar a sus hijos y a su familia después de sí, que guarden el camino del Señor, y obren según rectitud y justicia: para que cumpla el Señor por amor de Abrahán todas las cosas que le tiene prometidas.


Y tú, Salomón , hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con un corazón perfecto, y de buena voluntad; porque el Señor escudriña todos los corazones, penetra todos los pensamientos del entendimiento. Si lo buscares, lo hallarás; pero si lo abandonares, te desechará para siempre.


Dentro de mi corazón deposité tus palabras, para no pecar contra ti.


Llenos están de eterna justicia los testimonios de tu ley; dame la inteligencia de ellos, y tendré vida.


He observado tus mandamientos y sagrados testimonios; porque sabía que todas mis acciones están presentes a tus ojos.


Dice el proverbio: La senda por la cual comenzó el joven a andar desde el principio , esa misma seguirá también cuando viejo.


Dame, ¡oh hijo mío!, tu corazón, y fija tus ojos en mis santos caminos;


Hijo mío, no te olvides de mi ley, y guarda en tu corazón mis mandamientos;


porque ellos te colmarán de largos días, y de años de vida, y de perpetua paz.


Observa, oh hijo mío, mis mandamientos, y vivirás; y guarda mi ley como las niñas de tus ojos.


Prestad oídos a mis palabras, y venid a mí: Escuchad, y vuestra alma hallará vida y asentaré con vosotros alianza sempiterna, en cumplimiento de las misericordias prometidas a David.


Pero Jeremías le respondió: No te abandonarán en sus manos. Te ruego que escuches las palabras del Señor, que yo te hablo, y te irá bien, y salvarás tu vida.


Y yo sé que lo que él me ha mandado enseñar, es lo que conduce a la vida eterna. Las cosas, pues, que yo hablo, las digo COMO EL PADRE ME LAS HA DICHO.


Y vosotros, padres, no irritéis con excesivo rigor a vuestros hijos; mas educadlos corrigiéndolos e instruyéndolos según la doctrina del Señor.


Consérvate, pues, a ti mismo, ¡oh Israel!, y guarda tu alma con mucha vigilancia. No te olvides de las grandes cosas que han visto tus ojos, ni se borren de tu corazón en todos los días de tu vida. Las has de contar a tus hijos y nietos,


Y estos mandamientos, que yo te doy en este día, estarán estampados en tu corazón,


Por esta causa te exhorto a que avives la gracia de Dios, que reside en ti por la imposición de mis manos.


Toda escritura inspirada de Dios es propia para enseñar, para convencer, para corregir a los pecadores, para dirigir a los buenos en la justicia o virtud,


siendo nombrado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.


Le dijo Manué: Cuando se verifique tu promesa, ¿qué quieres que haga el niño? ¿o de qué deberá abstenerse?


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