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Proverbios 1:8 - Biblia Torres Amat 1825

8 Tú, ¡oh hijo mío!, escucha las correcciones de tu padre, y no deseches las advertencias de tu madre.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre:

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no abandones las enseñanzas de tu madre,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre,

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Proverbios 1:8
20 Referans Kwoze  

Hijo mío, por más que te halaguen los pecadores, no condesciendas con ellos.


no sigas, oh hijo mío, sus pasos; guárdate de andar por sus sendas;


Hijo mío, ¡oh si recibieseis mis consejos y depositases mis mandamientos en tu corazón!


Escucha a tu padre que te dio la vida, y no desprecies a tu madre cuando se hallare en la vejez.


Hijo mío, no te olvides de mi ley, y guarda en tu corazón mis mandamientos;


A quien hace mofa de su propio padre, y desprecia los dolores que al tenerlo padeció su madre, que le saquen los ojos los cuervos que viven a lo largo de los torrentes, y que se los coman los aguiluchos.


Palabras del rey Lamuel. Profecía o doctrina inspirada con que le instruyó su madre.


ni quise escuchar la voz de los que me amonestaban, ni la instrucción de mis maestros?


Observa, hijo mío, los preceptos de tu padre, y no abandones la ley o los documentos de tu madre.


Hijo mío, guarda mis consejos, y deposita en tu corazón mis preceptos.


Hemos, pues, obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, en todo cuanto nos dejó mandado, y por eso no bebemos vino en toda nuestra vida nosotros, ni nuestras mujeres, ni los hijos, ni las hijas;


Cada cual reverencie a su padre y a su madre. Guardad mis sábados o días festivos. Yo el Señor Dios vuestro.


Cuando he aquí que le presentaron un paralítico postrado en un lecho. Y al ver Jesús su fe, dijo al tullido: Ten confianza, hijo mío, que perdonados te son tus pecados.


Mas volviéndose Jesús y mirándola, dijo: Hija, ten confianza. Tu fe te ha curado. En efecto desde aquel momento quedó curada la mujer.


Por esta causa te exhorto a que avives la gracia de Dios, que reside en ti por la imposición de mis manos.


Se fue, pues, a la era, e hizo todo lo que la suegra le había ordenado.


Si un hombre peca contra otro hombre, se puede alcanzar de Dios el perdón; mas si aquel hombre que será el mediador peca contra el Señor, ¿quién rogará por él? No escucharon los hijos de Helí la voz de su padre; porque el Señor había resuelto quitarles la vida.


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