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Oseas 11:8 - Biblia Torres Amat 1825

8 ¿Qué haré yo de ti, oh Efraín? ¿Seré yo tu protector, oh Israel? Pues qué ¿podré yo tratarte como a Adama, ni ponerte como puse a Seboim? ¡Ah! mis entrañas se conmueven dentro de mí, yo me siento como arrepentido.

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Biblia Reina Valera 1960

8 ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 »Oh, Israel, ¿cómo podría abandonarte? ¿Cómo podría dejarte ir? ¿Cómo podría destruirte como a Adma o demolerte como a Zeboim? Mi corazón está desgarrado dentro de mí y mi compasión se desborda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 ¿Cómo voy a dejarte abandonado, Efraím? ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboím? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Pero, ¿cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Cómo podré entregarte, oh Israel? ¿Te dejaré acaso como Adma? ¿Te trataré como a Zeboim?° Me da un vuelco el corazón, se me conmueven las entrañas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 ¿Cómo podré yo abandonarte, Efraín; cómo entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo dejarte como a Admá, ni hacerte semejante a Seboín? Mi corazón se remueve dentro de mí, a la vez que se conmueven mis entrañas.

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Oseas 11:8
38 Referans Kwoze  

Y salieron a campaña el rey de Sodoma, y el rey de Gomorra, y el rey de Adama, y el rey de Seboim, y también el rey de Bala, la cual es Segor; y ordenaron batalla contra ellos en el valle de las Selvas,


Y habiendo extendido el ángel del Señor su mano sobre Jerusalén para desolarla, el Señor se apiadó de su angustia, y dijo al ángel del Señor junto a la era de Areúna, jebuseo.


Mas entonces la mujer que era madre del hijo vivo, clamó al rey (porque se le conmovieron sus entrañas por amor a su hijo): Dale, te ruego, oh señor, a ella vivo el niño, y no lo mates. Al contrario decía la otra: Ni sea mío ni tuyo, sino divídase.


Mas al cabo el Señor se compadeció de ellos, y volvió hacia ellos sus ojos, a causa del pacto que tenía hecho con Abrahán e Isaac, y Jacob ; y no quiso enteramente perderlos, ni abandonarlos del todo hasta el tiempo presente.


Entretanto el Señor Dios de sus padres, les hacía hablar por medio de sus enviados los profetas, amonestándolos sin cesar de día y de noche; pues quería perdonar a su pueblo y a la mansión suya.


Se acordó de su alianza, y le pesó, y los trató según su gran misericordia.


Y sucederá que cuando Moab esté cansado de acudir a sus lugares altos entrará en sus santuarios para orar; pero no podrá tampoco conseguir nada.


Atiende desde el cielo, ¡oh Señor! y echa una mirada hacia nosotros desde el lugar santo donde moras tú y reside la gloria tuya. ¿Dónde está ahora tu celo y tu fortaleza, la ternura de tus entrañas y la gran misericordia tuya? ¿Por qué no la usas conmigo?


Pero si esa nación hiciere penitencia de sus pecados, por los cuales pronuncié el decreto contra ella, me arrepentiré yo también del mal que pensé hacer contra ella.


Anda y repite en alta voz estas palabras hacia el septentrión, y di: Conviértete, ¡oh tú, rebelde Israel!, dice el Señor; que no torceré yo mi rostro para no mirarte; pues yo soy santo y benigno, dice el Señor, y no conservaré siempre mi enojo.


¿No es Efraín para mí el hijo querido, el niño que yo he criado con ternura? Desde que yo le he hablado, le traigo siempre en la memoria; por eso se han conmovido por amor suyo mis entrañas. Y tendré para con él entrañas de misericordia, dice el Señor.


Si permaneciereis quietos en esta tierra, yo os restauraré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque yo estoy aplacado con el castigo que os he enviado.


Tú, ¡oh Jeremías!, vives rodeado de engañadores; porque aman el dolo, rehúsan conocerme a mí, dice el Señor.


Por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos: Sábete que yo los fundiré, y ensayaré al fuego. Porque, ¿qué otra cosa puedo hacer para convertir a los de la hija de mi pueblo?


Mira, ¡oh Señor!, cómo estoy atribulada; conmovidas están mis entrañas; se ha trastornado todo mi corazón; llena estoy de amargura. Por afuera da la muerte la espada, y dentro de casa está el hambre, que es otro género de muerte.


Pues si él nos ha desechado, aún se apiadará de nosotros, según la grandeza de su misericordia.


Puesto que no de buena gana abate él, ni desecha a los hijos de los hombres,


Pero diles a ésos: Yo juro, dice el Señor Dios, que no quiero la muerte del impío, sino que se convierta de su mal proceder y viva. Convertíos, convertíos de vuestros perversos caminos; ¿y por qué habéis de morir, oh vosotros los de la casa de Israel?


Aquellos, pues, de vosotros que se hayan librado de la muerte, se acordarán de mí entre las naciones a donde serán llevados cautivos; porque yo quebrantaré su corazón adúltero, que se apartó de mí; y humillaré sus ojos, encendidos siempre en el impuro amor de sus ídolos; y ellos se disgustarán de sí mismos, al recordar las maldades que cometieron en todas sus abominaciones.


¿Qué es los que podré yo hacer contigo, oh Efraín? ¿Qué haré contigo oh Judá? La piedad vuestra es como una nube o niebla de la mañana, o cual rocío de la madrugada, que luego desaparece.


Cuando yo quería curar los males de Israel, se descubrió la interior malicia de Efraín y la iniquidad de Samaria; porque entonces se ha dedicado a la mentira: y así entrará en su casa el ladrón a despojarlos, y por fuera lo hará el salteador.


Yo os arrasé, como arrasó Dios a Sodoma y a Gomorra, y quedasteis como un tizón que se arrebata de en medio de un incendio, y con todo no os convertisteis a mí, dice el Señor.


Se apiadó con esto el Señor, y dijo: No sucederá lo que temes.


Se apiadó con esto el Señor Dios, y dijo: Y tampoco será esta vez su ruina.


Por esto el Señor los dejará hasta aquel tiempo en que parirá la que ha de parir al dominador; y entonces las reliquias de sus hermanos se reunirán con los hijos de Israel.


Por lo cual juro yo, dice el Señor Dios de los ejércitos, el Dios de Israel, que Moab será como Sodoma, y los hijos de Amón como Gomorra; lugar de espinos secos, y montones de sal, y un desierto sempiterno, los saquearán las reliquias de mi pueblo, y se enseñorearán de ellos los restos de mi gente.


¡Jerusalén ! ¡Jerusalén ! que matas a los profetas y apedreas a los que a ti son enviados, ¿cuántas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge a sus pollitos bajo las alas, y tú no lo has querido?


Y preguntarán la generación venidera y los hijos que nacerán en adelante, y los extranjeros que vinieren de lejos al ver las plagas de aquella tierra y las enfermedades con que la afligiere el Señor,


(el cual la abrasará con azufre y salitre ardiente, de suerte que ya no se siembre más, ni brote hierba, ni verde alguno; representando el asolamiento de Sodoma y de Gomorra, de Adama y de Seboim, que arrasó el Señor, encendido el furor de su ira).


El Señor juzgará a su pueblo, y será misericordioso con sus siervos, cuando verá debilitada su fortaleza, y que aún los encastillados desmayaron, y que fueron consumidos los que quedaron.


si libertó al justo Lot, a quien estos hombres abominables afligían y perseguían con su vida infame,


De la misma manera manchan éstos también su carne, menosprecian la dominación y blasfeman contra la majestad.


Y las gentes de las tribus, y pueblos, y lenguas, y naciones estarán viendo sus cuerpos por tres días y medio, y no permitirán que se les dé sepultura.


y dieron gritos viendo el lugar, o el humo, de su incendio, diciendo: ¿Qué ciudad hubo semejante a ésta en grandeza?


Dicho esto, arrojaron fuera de sus confines todos los ídolos de los dioses ajenos, y sirvieron al Señor Dios; el cual se compadeció de sus miserias.


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