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Números 13:33 - Biblia Torres Amat 1825

33 Allí vimos unos hombres descomunales, hijos de Enac, de raza gigantesca, en cuya comparación nosotros parecíamos langostas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Si hasta vimos gigantes. A su lado teníamos la impresión de que éramos langostas y así nos veían ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 También vimos allí a los nefileos,° descendientes de Anac, raza de gigantes, y nos pareció que éramos como langostas ante sus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 También vimos allí gigantes -los hijos de Anac, descendientes de los gigantes-, y a su lado, nosotros nos sentíamos como langostas; y esto les parecíamos nosotros a ellos'.

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Números 13:33
17 Referans Kwoze  

Es de notar que en aquel tiempo había gigantes sobre la tierra; porque después que los hijos de Dios se juntaron con las hijas de los hombres y ellas concibieron, salieron a luz estos valientes del tiempo antiguo, héroes famosos.


Mató también él mismo a un egipcio, cuya estatura era de cinco codos, y que tenía una lanza semejante al rodillo de un telar. Arremetió, pues, contra él con un palo, y le arrebató la lanza que tenía en la mano, y con esta misma lanza lo mató.


El es quien confunde y anonada a los escudriñadores de los arcanos de la naturaleza, y reduce a nulidad a los jueces o gobernadores de la tierra.


Y subiendo hacia el mediodía vinieron a Hebrón, donde estaban Acimán, y Sisai, y Tolmai, hijos de Enac. Pues Hebrón fue fundada siete años antes que Tanaís, ciudad de Egipto.


Pero tiene unos habitantes muy valerosos y ciudades grandes y fortificadas. Allí hemos visto la raza de Enac.


Oído esto, todo el pueblo alzó el grito y estuvo llorando aquella noche:


¿A dónde iremos? Los mensajeros nos han aterrado, diciendo: Es mucho el gentío que hay en el país y de más alta estatura que nosotros, las ciudades son grandes, y fortificadas con muros que llegan hasta el cielo, y allí hemos visto a los hijos de los enaceos o gigantes.


Los emimeos o terribles fueron sus primeros pobladores, pueblo numeroso y valiente, y de talla tan alta, que eran tenidos como gigantes de la raza de Enacim;


Es de saber que Og, rey de Basán, era el único que había quedado en esta tierra de la casta de los gigantes. Se muestra su cama de hierro en Rabbat, ciudad de los hijos de Amón, la cual tiene nueve codos de largo y cuatro de ancho, según la medida del codo ordinario de un hombre.


un pueblo de grande y alta estatura, los hijos de los enaceos, que tú mismo has visto y cuya fama has oído, y a quienes nadie puede contrarrestar.


Por aquel tiempo acometió Josué, y mató a los enaceos o gigantes de las montañas, y los desarraigó de Hebrón, y Dabir, y Anab, y de todos los montes de Judá y de Israel, asolando sus ciudades.


Dame, pues, esa montaña, o territorio montuoso, que oyéndolo tú mismo, me prometió el Señor donde hay aún enaceos o gigantes y ciudades grandes y fuertes, por ver si el Señor me ayuda, como espero, y puedo dar cabo de ellos, como me lo tiene prometido.


Y Caleb exterminó de ella a tres hijos de Enac, Sesai, Ahimán y Tolmai, que habían quedado de la raza de Enac.


Todos los israelitas, así que vieron aquel hombre, huyeron de su presencia temblando de miedo.


Mas así que el filisteo vio a David, le menospreció, por ser éste un joven rubio y de linda presencia,


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