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Números 11:4 - Biblia Torres Amat 1825

4 Porque sucedió que la gente allegadiza que había venido con ellos de Egipto, tuvo un ardiente deseo de comer carne, y poniéndose a llorar, uniéndosele también los hijos de Israel, dijeron: ¡Oh! ¡Quién nos diera carnes para comer!

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces la gentuza extranjera que viajaba con los israelitas comenzó a tener fuertes antojos por las cosas buenas de Egipto. Y el pueblo de Israel también comenzó a quejarse: «¡Oh, si tuviéramos un poco de carne! —exclamaban—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El montón de gente extraña que se encontraba en medio de los Israelitas sólo pensaba en comer, y hasta los mismos israelitas se pusieron a quejarse. Decían: '¿Quién nos dará carne para comer?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y la chusma° que iba en medio de ellos sintió otra vez un gran deseo, y los hijos de Israel también lloraron, y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Una chusma que se habían mezclado con el pueblo sintió tan insaciable apetito que incluso los israelitas rompieron a lamentarse de nuevo y decían: '¡Quién nos diera a comer carne!

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Números 11:4
16 Referans Kwoze  

Así que hubieron oído la ley, separaron del pueblo de Israel a todo extranjero.


Y en el desierto desearon con ansia los manjares de Egipto; y tentaron a Dios en el secadal.


También salió agregada a ellos una turba inmensa de gente de toda clase, ovejas y ganados mayores, y todo género de animales en grandísimo número.


He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: Esta tarde comeréis carnes, y a la mañana es saciaréis de pan; con lo que sabréis que Yo soy el Señor Dios vuestro.


A los cuales dijeron los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiésemos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando estábamos sentados junto a las calderas llenas de carne, y comíamos pan cuanto queríamos! ¿Por qué nos habéis traído a este desierto, para matar de hambre a toda la gente?


y continuáis diciendo: No, no; sino que nos vamos a la tierra de Egipto, en donde no veremos guerra, ni oiremos sonidos de trompetas, ni padeceremos hambre, y allí permaneceremos:


Dirás también al pueblo: Purificaos; mañana comeréis carnes, ya que os he oído decir: ¿Quién nos dará carnes para comer?, mejor nos iba en Egipto. Sí, el Señor os dará carnes para que comáis


Oído esto, todo el pueblo alzó el grito y estuvo llorando aquella noche:


Sin embargo, todos los hombres que han visto la majestad mía, y los prodigios que tengo hechos en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya por diez veces, y no han obedecido a mi voz,


Pues que, ¿te parece aún poco el habernos sacado de una tierra que manaba leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que además de eso nos has de estar tiranizando?


mas revestíos de nuestro Señor Jesucristo, y no busquéis cómo contentar los antojos de vuestra sensualidad.


Esos sucesos eran figura de lo que atañe a nosotros, a fin de que no nos abandonemos a malos deseos, como ellos se abandonaron.


No deis lugar a la seducción, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.


También en el lugar que por eso se llamó del Incendio, en el otro de la Tentación, y en el llamado Sepulcros de la Concupiscencia o antojo, provocasteis al Señor;


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