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Nahúm 1:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 El hace estremecer los montes, y deja asolados los collados, ante él tiembla la tierra entera, y cuantos en ella habitan.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Ante la presencia de Dios las montañas se estremecen y las colinas se derriten; la tierra tiembla y sus habitantes son destruidos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 los cerros tiemblan ante él, y las lomas se estremecen. Ante él se derrumban la tierra, el universo y todos los que en él viven.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 h Ante Él tiemblan las montañas, Los collados se derriten, w Ante su presencia se pone de pie la tierra, El mundo y todos los que en él habitan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 He. Tiemblan los montes ante Él, se estremecen las colinas. Ante Él trepida la tierra, el orbe y cuantos lo habitan.

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Nahúm 1:5
34 Referans Kwoze  

Se conmovió y se estremeció la tierra; se agitaron los cimientos de los montes, y se hicieron pedazos, porque el Señor se mostró con ellos enojado.


Las columnas del cielo se estremecen y tiemblan a una mirada suya.


El traslada los montes de una a otra parte, y sin que lo perciban, son abatidos y allanados por su furor.


aquel Señor que hace estremecer la tierra con sola una mirada; y que si toca los montes, humean.


Los montes brincaron de gozo como carneros, y los collados como corderitos.


Vosotros, ¡oh montes!, ¿por qué brincasteis de gozo como carneros?; y ¿vosotros, ¡oh collados!, como corderitos?


Se conmovió y tembló luego la tierra, los cimientos de los montes se estremecieron y se conmovieron, viéndole tan airado.


Se levantó una gran humareda en fuerza de su ira, un fuego devorador salía de su rostro; por él fueron encendidas brasas.


Se conturbaron las naciones, y bambolearon los reinos; dio el Señor una voz, y la tierra se estremeció.


la tierra tembló, y hasta los cielos destilaron a la presencia de Dios; en el Sinaí tembló a la presencia del Dios de Israel.


Conmuévase de gozo el mar y cuanto en él se encierra; la tierra toda, con sus habitantes.


Todo el monte Sinaí estaba humeando, por haber descendido a él el Señor entre llamas; subía el humo de él como de un horno, y todo el monte causaba espanto.


Y como el pueblo, así será tratado el sacerdote; y como el esclavo, así su señor; como la sierva, así su señora; como el que compra, así el que vende; como el que da prestado, así el que recibe; como el acreedor, así el deudor.


Y sucederá que aquel día tomará cuentas el Señor públicamente a la milicia del cielo allá en lo alto, y a los reyes del mundo que están acá en la tierra.


Y alzará bandera para servir de señal a un pueblo lejano, y lo llamará con un silbo desde los extremos de la tierra, y he aquí que, diligente, acudirá con la mayor rapidez.


Mas el Señor es el Dios verdadero; él es el Dios vivo y el rey sempiterno. A su indignación se estremecerá la tierra, y no podrán las naciones soportar su ceño.


Miré los montes, y reparé que temblaban, y que todos los collados se estremecían.


y a mi presencia se agitarán y andarán perturbados los peces del mar, y las aves del cielo, y las bestias del campo y todos los reptiles que se mueven sobre la tierra, y cuantos hombres moran en ella; y serán derribados los montes, y caerán los vallados o baluartes e irán por el suelo todas las murallas.


A su llegada se estremecerá la tierra, los cielos se conmoverán, se oscurecerán el sol y la luna, y las estrellas retirarán su resplandor.


Y el Señor es el Dios de los ejércitos, aquel que con tocar la tierra la hace estremecer; prorrumpirán en llanto todos los moradores de ella; la sumergirá a modo de un caudaloso río, y ella desaparecerá como el río de Egipto al llegar al mar.


Y los montes se consumirán debajo de él, y los valles se derretirán como la cera delante del fuego, y fluirán como las aguas que corren por un despeñadero.


Te vieron los montes, y se estremecieron; se retiraron los hinchados ríos. Los abismos alzaron su voz, y levantó sus manos el profundo mar.


¿Qué eres tú, ¡oh monte grande!, delante de Zorobabel? Serás reducido a una llanura. El pondrá la piedra principal, e igualará su gracia a la gracia o gloria de aquél.


Porque he aquí que llegará aquel día semejante a un horno encendido, y todos los soberbios y todos los impíos serán como estopa; y aquel día que debe venir los abrasará, dice el Señor de los ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni retoño alguno.


Y al momento el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo, y la tierra tembló, y se partieron las piedras;


A este tiempo se sintió un gran terremoto; porque bajó del cielo un ángel del Señor, y acercándose al sepulcro removió la piedra, y se sentó encima.


Después vi un gran solio reluciente, y a uno, esto es, a Jesucristo, sentado en él, a cuya vista desapareció la tierra, y el cielo, y no quedó nada de ellos.


Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todos los hombres, así esclavos como libres, se escondieron en las grutas y entre las peñas de los montes;


En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Jahel estaban desiertos los caminos; y los que tenían que viajar, andaban por veredas tortuosas o extraviadas.


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