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Miqueas 5:6 - Biblia Torres Amat 1825

6 Y gobernarán la tierra de Asur con la espada, y la tierra de Nemrod con sus lanzas; y él nos librará del asirio cuando éste haya venido a nuestra tierra y devastado nuestros términos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Ellos gobernarán a Asiria con la espada desenvainada y entrarán por las puertas de la tierra de Nimrod. Él nos rescatará de los asirios cuando desborden las fronteras para invadir nuestra tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Entonces el resto de Jacob será en medio de numerosos pueblos como rocío enviado por Yavé, como gotas de lluvia sobre el pasto, pues ya no esperarán más en los hombres ni pondrán en los mortales su confianza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Los cuales devastarán a cuchillo la tierra de Asiria, Y la tierra de Nimrod dentro de sus mismas puertas. Así nos librará del asirio cuando venga contra nuestra tierra, Cuando llegue a pisar los confines de nuestro territorio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 El resto de Jacob será entonces, en medio de pueblos numerosos, como rocío que viene de Yahveh, como lluvia sobre la hierba, que no confía en el hombre, ni de los hombres espera nada.

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Miqueas 5:6
26 Referans Kwoze  

En el reinado de Facee, rey de Israel vino Teglatfalasar, rey de Asur, y se apoderó de Ayrón, y de Abel-Casa de Maaca, y de Janoé, y de Cedes, y de Asor, y de Galaad, y de Galilea y de todo el país de Neftalí; y trasportó sus habitantes a la Asiria.


Cus engendró también a Nemrod; el cual empezó a ser poderoso en la tierra.


por eso hizo que viniesen sobre ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales hicieron prisionero a Manasés, y atado con cadenas y grillos lo llevaron a Babilonia.


Ni una palabra se atrevían a añadir a las mías; y como rocío, así caían sobre ellos mis discursos.


Contigo está el principado el día de tu poderío, en medio de los resplandores de la santidad; de mis entrañas te engendré, antes de existir el lucero de la mañana.


Descenderá como la lluvia sobre el vellocino de lana, y como rocío copioso sobre la tierra.


Y en aquel tiempo, cuando te sea dado por Dios respirar de tus trabajos, y de tu opresión, y de la dura esclavitud a que estuviste sujeto,


Esto es lo que he pensado y resuelto tocante a toda la dicha tierra, y así es como extenderé la mano sobre todas las naciones amigas suyas.


Apiádate, Señor, de nosotros, pues siempre hemos esperado en ti; sé nuestra fortaleza desde la mañana y la salvación nuestra en el tiempo de tribulación.


Por lo que se fue de allí Sennaquerib, rey de los asirios, y marchó y se volvió a su residencia de Nínive.


Donde aconteció que mientras adoraba en el templo a su dios Nesroc, sus hijos Adramelec y Sarasar le mataron a puñaladas, y huyeron a tierra de Ararat, y le sucedió en el reino su hijo Asar Haddón.


Y sucedió que reinando en Judá Acaz, hijo de Joatán, hijo de Ozías, vino Rasín, rey de Siria, con Facee, hijo de Romeía, rey de Israel, sobre Jerusalén para combatir contra ella, y no pudieron tomarla.


Pues qué, ¿hay por ventura entre los simulacros o ídolos de las gentes quién dé la lluvia? ¿O pueden ellos desde los cielos enviarnos agua? ¿No eres tú el que la envías, Señor Dios nuestro, en quien nosotros esperamos? Sí: porque tú eres el que ha hecho todas estas cosas.


¿Dónde está la feroz Nínive, esa guarida de leones, ese bosque para pasto de cachorros de leones, adonde iban a reposar el león y sus cachorros, sin que nadie los ahuyentase?


Pues el caldeo extenderá su mano contra el Aquilón, y exterminará a los asirios, y convertirá la hermosa ciudad de Nínive en una soledad, y en un país despoblado y desierto.


Y dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, el cual pondrá su esperanza en el Nombre del Señor.


para librarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos aquellos que nos aborrecen,


que, libertados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor,


Y empezando por Moisés, y discurriendo por todos los profetas, les interpretaba en todas las Escrituras los lugares que hablaban de él.


Desfilen y empápense como lluvia los documentos míos: desciendan como el rocío mis palabras, como sobre la hierba la menuda lluvia, como llovizna sobre las dehesas.


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