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Miqueas 4:8 - Biblia Torres Amat 1825

8 Y tú, ¡oh hija de Sión, torre nebulosa del rebaño!, hasta ti vendrá el Señor, y tú tendrás el supremo imperio, el reino gloriosísimo, ¡oh hija de Jerusalén !

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Biblia Reina Valera 1960

8 Y tú, oh torre del rebaño, fortaleza de la hija de Sion, hasta ti vendrá el señorío primero, el reino de la hija de Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 En cuanto a ti, Jerusalén, ciudadela del pueblo de Dios, recuperarás tu fuerza y poder soberano. El reino será restaurado a mi muy amada Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Y tú, Sión, torre de donde se vigila el rebaño, recuperarás la antigua soberanía, la autoridad real sobre todo Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y tú, Migdal-eder,° colina de la hija de Sión, a ti llegará, Sí, a ti llegará el dominio anterior, El reino de la ciudad de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 En cuanto a ti, Torre del rebaño, Colina de la hija de Sión, hasta ti vendrá y llegará la soberanía de antaño, la realeza de Jerusalén.

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Miqueas 4:8
23 Referans Kwoze  

Salido de allí, fijó su tienda de campaña más allá de la Torre del ganado.


Sin embargo, David se apoderó del alcázar de Sión, que se llama hoy Ciudad de David.


Falel, hijo de Ozi, edificó enfrente de la vuelta, y de la torre, que se eleva por encima de la casa del rey, esto es, edificó a lo largo del patio de la cárcel; después de este Fadaías, hijo de Farós.


Levantad, ¡oh, príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh puertas de la eternidad!, y entrará el rey de la gloria.


Será Dios conocido en sus casas, cuando haya de defenderla.


Pues eres mi esperanza y baluarte fortísimo contra el enemigo,


Tus dos pechos son como gamitos mellizos, que están paciendo entre blancas azucenas,


Sí, Sión será redimida en juicio, y repuesta en libertad por justicia.


Pero he aquí que el soberano Señor de los ejércitos estrellará con ímpetu el vaso de tierra; y los de agigantada estatura serán desjarretados, y los sublimes serán abatidos.


Ahora, pues, habitantes de Jerusalén , y vosotros, ¡oh varones de Judá!, sed jueces entre mí y mi viña.


Pero en el tiempo de aquellos reinos, el Dios del cielo levantará un reino que nunca jamás será destruido; y este reino no pasará a otra nación, sino que quebrantará y aniquilará todos estos reinos, y él subsistirá eternamente.


Después recibirán el reino los santos del Dios altísimo, y reinarán hasta el fin del siglo, y por los siglos de los siglos.


Y subirán salvadores al monte de Sión, los cuales juzgarán y gobernarán el monte o país de Esaú; y reinará el Señor.


Pero al fin, yo te reuniré todo junto, ¡oh Jacob !, yo recogeré en uno los restos de Israel, los pondré todos juntos como rebaño en un aprisco, como las ovejas en la majada; grande será el ruido que hagan sus gentes.


Entonces destruiré los carros de guerra de Efraín y los caballos de Jerusalén , y serán hechos pedazos los arcos guerreros; y aquel rey anunciará la paz a las gentes, y dominará desde un mar a otro, y desde los ríos hasta los confines de la tierra.


Dirigid vuestros pasos hacia la ciudad fuerte, oh vosotros cautivos que tenéis esperanza, pues te anuncio, oh pueblo mío, que te daré doblados bienes.


¡Oh hija de Sión!, regocíjate en gran manera; salta de júbilo, ¡oh hija de Jerusalén !; he aquí que a ti vendrá tu rey, el Justo, el Salvador , él vendrá pobre, y montado en un asna y su burrito.


De Jacob saldrá el que ha de dominar y arruinar las reliquias de la ciudad.


Escuchad otra parábola. Erase un padre de familia que plantó una viña y la cercó de vallado; y cavando hizo en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó después a ciertos labradores, y se ausentó a un país lejano.


En seguida comenzó a hablarles por parábolas: Un hombre, dijo, plantó una viña y la ciñó con cercado, y cavando, hizo en ella un lagar, y construyó una torre, y la arrendó a ciertos labradores, y se marchó lejos de su tierra.


sobre todo principado, y potestad, y virtud, y dominación, y sobre todo nombre, por celebrado que sea no sólo en este siglo, sino también en el futuro.


Y allí no habrá jamás noche, ni necesitarán luz de antorcha, ni luz de sol, por cuanto el Señor Dios los alumbrará; y reinarán por los siglos de los siglos.


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