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Mateo 4:3 - Biblia Torres Amat 1825

3 Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 En ese tiempo, el diablo se le acercó y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Entonces se le acercó el tentador y le dijo: 'Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y llegando el tentador, le dijo: Ya que° eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 El tentador se le acercó y le dijo: 'Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes'.

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Mateo 4:3
34 Referans Kwoze  

A los cuales dijeron los hijos de Israel: ¡Ojalá hubiésemos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando estábamos sentados junto a las calderas llenas de carne, y comíamos pan cuanto queríamos! ¿Por qué nos habéis traído a este desierto, para matar de hambre a toda la gente?


Mas los que dentro estaban, se acercaron a él y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres tú el Hijo de Dios.


Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo , o Mesías, el Hijo del Dios vivo.


Pero Jesús permanecía en silencio. Y le dijo el sumo sacerdote: Yo te conjuro de parte de Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo o Mesías, el Hijo de Dios.


Y se oyó una voz del cielo que decía: Este es mi hijo amado, en quien he puesto toda mi complacencia.


Principio de la nueva noticia de Jesucristo, Hijo de Dios.


y hasta los poseídos de espíritus inmundos, al verle se arrodillaban delante de él, y gritaban, diciendo:


Y clamando en alta voz dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús , Hijo del Altísimo Dios? En nombre del mismo Dios te conjuro que no me atormentes.


El ángel en respuesta le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, por esta causa el fruto santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios.


Dijeron entonces todos: ¿Luego tú eres el Hijo de Dios? Les respondió él: Así es, que yo soy, como vosotros decís.


Por lo que le dijo el diablo: Si tú eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.


De muchos salían los demonios gritando y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios; y con amenazas les prohibía decir que sabían que él era el Cristo .


Y lo llevó aún a Jerusalén , lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si tú eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo.


Yo le he visto; y por eso doy testimonio de que él es el Hijo de Dios.


Al oír esto Natanael, le dijo: ¡Oh Maestro!, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.


Pero éstos se han escrito con el fin de que creáis que Jesús es el Cristo , el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis vida eterna, en virtud de su nombre.


Oyó Jesús que le habían echado fuera; y encontrándose con él, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?


y desde luego empezó a predicar en las sinagogas a Jesús , afirmando que éste era el Hijo de Dios.


Porque Jesucristo, Hijo de Dios que os hemos predicado nosotros, esto es, yo, y Silvano, y Timoteo, no es tal que se hallen en él, el sí y el no, sino que en él todo es inmutable, un sí invariable.


y yo vivo ahora, o más bien no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. Así la vida que vivo ahora en esta carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo a la muerte por mí.


Por esto mismo no pudiendo ya sufrir más, envié a informarme de vuestra fe, temiendo que el tentador os hubiese tentado, y se perdiese nuestro trabajo.


Pues tened entendido que después, por más que pretendía ser heredero de la bendición, fue desechado; no pudiendo hacer que su padre cambiase la resolución, por más que con lágrimas lo solicitase.


Pues no es tal nuestro sumo sacerdote que sea incapaz de compadecerse de nuestras miserias, habiendo voluntariamente experimentado todas las tentaciones y debilidades, a excepción del pecado, por razón de la semejanza con nosotros en el ser de hombre.


Contemplad ahora cuán grande sea éste, a quien el mismo patriarca Abrahán dio los diezmos, sacándolos de los mejores despojos.


Todo aquel que nació de Dios, no hace pecado, porque la semilla de Dios, que es la gracia santificante, mora en él, y, si no la echa de sí, no puede pecar, porque es hijo de Dios.


Quien tiene oído, oiga lo que dice el Espíritu a las iglesias: El que venciere no será dañado por la muerte segunda.


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