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Mateo 19:21 - Biblia Torres Amat 1825

21 Le respondió Jesús : Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ven después, y sígueme.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Jesús le dijo: —Si deseas ser perfecto, anda, vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Jesús le dijo: 'Si quieres ser perfecto, vende todo lo que posees y reparte el dinero entre los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Jesús le dijo: Ya que° quieres ser perfecto, anda, vende tus posesiones y da a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven, sígueme.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Jesús le dijo: 'Si quieres ser perfecto, anda, vende todos tus bienes y dáselos a los pobres, que así tendrás un tesoro en los cielos; ven luego y sígueme'.

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Mateo 19:21
31 Referans Kwoze  

Mas después que hubo entrado en los noventa y nueve años, le apareció el Señor, y le dijo: Yo soy el Dios todopoderoso: camina como siervo fiel delante de mí, y sé perfecto.


Estos son los hijos que engendró Noé : Noé fue varón justo y perfecto en sus días, y siguió a Dios.


Había en el país de Hus un varón célebre llamado Job, hombre sencillo y recto y temeroso de Dios, que se apartaba del mal.


Conserva, pues, tú la inocencia, y atiende a la justicia; porque el hombre pacífico deja de sí memoria,


Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz, y sígame.


Y le dijo el joven: Todos ésos los he guardado desde mi juventud; ¿qué más me falta?


Habiendo oído el joven estas palabras, se retiró entristecido; y era que tenía muchas posesiones.


Mas Jesús le respondió: En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, el día de la resurrección universal, cuando el Hijo del hombre se sentará en el solio de su majestad, vosotros también os sentaréis sobre doce sillas, y juzgaréis las doce tribus de Israel.


y les dijo: Seguidme a mí, y yo os haré pescadores de hombres.


Sed, pues, vosotros, perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto, imitándole en cuanto podáis.


mas Jesús le respondió: Sígueme tú, y deja que los muertos, entierren a sus muertos.


Partido de aquí Jesús , vio a un hombre sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme; y él levantándose, le siguió.


Y Jesús mirándole de hito en hito, mostró quedar prendado de él, y le dijo: Una cosa te falta aún, anda, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo; y ven después y sígueme.


Al paso vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el banco o mesa de los tributos, y le dijo: Sígueme; y levantándose al instante, lo siguió.


Después, convocando al pueblo con sus discípulos, les dijo a todos: Si alguno quiere venir tras de mí niéguese a sí mismo, y cargue con su cruz, y sígame.


Vended, si es necesario, lo que poseéis, y dad limosna. Haceos unas bolsas que no se echen a perder; un tesoro en el cielo que jamás se agota, adonde no llegan los ladrones, ni roe la polilla.


Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.


Así os digo yo a vosotros: Granjeaos amigos con las riquezas de iniquidad, para que, cuando falleciereis, seáis recibidos en las moradas eternas.


Lo cual oyendo Jesús , le dijo: Todavía te falta una cosa: Vende todos tus haberes, dalos a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y después ven, y sígueme.


Después de esto, saliendo afuera hacia el lago de Genezaret, vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco o mesa de los tributos, y le dijo: Sígueme.


No es el discípulo superior al maestro; pero todo discípulo será perfecto, como sea semejante a su maestro.


Asimismo decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí que renuncie a sí mismo, lleve su cruz cada día, y me siga.


Mis ovejas oyen la voz mía; y yo las conozco, y ellas me siguen.


El que me sirve, sígame; que donde yo estoy, allí estará también el que me sirve; y a quien me sirviere, le honrará mi Padre.


Vendían sus posesiones y demás bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.


No queráis, pues, malograr vuestra confianza, la cual recibirá un gran galardón.


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