Y habiendo introducido a dos hombres, hijos del diablo, los hicieron sentar enfrente de Nabot, los cuales, al fin como hombres diabólicos, atestiguaron contra él en presencia del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado contra Dios y contra el rey. En vista de este testimonio lo sacaron fuera de la ciudad, y lo mataron a pedradas.
Por disposición de dos o tres testigos perderá la vida el que es digno de muerte. Ninguno será condenado a muerte por el dicho de un sólo testigo contra él.
No bastará para condenar a nadie un solo testigo, cualquiera que sea el pecado y el crimen; sino que todo se decidirá por disposición de dos o tres testigos.
Pues ahora, ¿cuánto más acerbos suplicios, si lo pensáis, merecerá aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviese por vil e inmunda la sangre divina del Testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espíritu Santo autor de la gracia?