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Lucas 5:24 - Biblia Torres Amat 1825

24 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, levántate (dijo al paralítico), yo te lo mando, carga con tu camilla, y vete a tu casa.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Así que les demostraré que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados. Entonces dijo al paralítico: 'Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: ¡Levántate, alza tu catre y vete a tu casa!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: yo te lo mando; levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.

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Lucas 5:24
26 Referans Kwoze  

Verá el fruto de los afanes de su alma, y quedará saciado. Este mismo Justo, mi siervo, dice el Señor, justificará a muchos con su doctrina o predicación; y cargará sobre sí los pecados de ellos.


Yo estaba, pues, observando durante la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo un personaje que se aparecía un hijo del hombre; quien se adelantó hacia el anciano de muchos días, y le presentaron ante él.


Viniendo después Jesús al territorio de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?


Cuando venga, pues, el Hijo del hombre con toda su majestad, y acompañado de todos sus ángeles, se sentará entonces en el trono de su gloria;


Le respondió Jesús : Tú lo has dicho. Y aun os declaro, que veréis después a este Hijo del hombre, que tenéis delante, sentado a la diestra de la majestad de Dios, venir sobre las nubes del cielo.


Entonces Jesús , acercándose, les habló en estos términos: A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra.


con lo que corrió su fama por toda la Siria, y le presentaban todos los que estaban enfermos y acosados de varios males y dolores agudos, los endemoniados, los epilépticos, los paralíticos; y los curaba.


Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra potestad de perdonar pecados, levántate, dijo al mismo tiempo al paralítico, toma tu lecho y vete a tu casa.


Y Jesús , extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero: sé curado. Y de repente desapareció de él la lepra.


Cuando he aquí que llegan unos hombres que traían tendido en una camilla a un paralítico: y hacían diligencias por meterle dentro de la casa en que estaba Jesús , y ponérselo delante.


¿qué es más fácil decir: Tus pecados te son perdonados; o decir: Levántate, y anda?


Y se arrimó y tocó el féretro. (Y los que lo llevaban, se pararon). Dijo entonces: Mancebo, yo te lo mando, levántate.


Jesús , pues, la cogió de la mano, y dijo en alta voz: Niña, levántate.


Dicho esto, gritó con voz muy alta y sonora: Lázaro, sal afuera.


pues le has dado poder sobre todo el linaje humano, para que dé la vida eterna a todos los que le has señalado.


Ello es así que nadie subió al cielo, sino aquel que ha descendido del cielo, a saber, el Hijo del hombre, que está en el cielo.


y le ha dado la potestad de juzgar en cuanto es Hijo del hombre.


le dijo en alta voz: Levántate y mantente derecho sobre tus pies. Y al instante saltó en pie, y echó a andar.


A éste ensalzó Dios con su diestra por príncipe y salvador , para dar a Israel el arrepentimiento y la remisión de los pecados:


Le dijo Pedro: Eneas, el Señor Jesucristo te cura: levántate, y hazte tú mismo la cama. Y al momento se levantó.


Entonces Pedro, habiendo hecho salir a toda la gente, poniéndose de rodillas, hizo oración, y vuelto al cadáver, dijo: Tabita, levántate. Al instante abrió ella los ojos, y viendo a Pedro se incorporó.


Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana más blanca, y como la nieve; sus ojos parecían llamas de fuego;


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