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Lucas 4:40 - Biblia Torres Amat 1825

40 Puesto el sol, todos los que tenían enfermos de varias dolencias, se los traían. Y él los curaba con poner sobre cada uno las manos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Esa tarde, al ponerse el sol, la gente de toda la aldea llevó ante Jesús a sus parientes enfermos. Cualquiera que fuera la enfermedad, el toque de su mano los sanaba a todos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba imponiéndoles las manos a cada uno.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y cuando el sol se estaba poniendo, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias los llevaron a Él, e imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 A la caída del sol, todos los que tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaron a él; él les iba imponiendo las manos uno por uno y los curaba.

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Lucas 4:40
12 Referans Kwoze  

Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia el mensaje de salvación a los pobres;


Jesús , pues, habiendo oído aquello que Herodes decía de él, se retiró de allí por mar a un lugar desierto, fuera de poblado. Mas sabiéndolo las gentes, salieron de sus ciudades, siguiéndole a pie por tierra.


Pues curando, como curaba, a muchos, se echaban encima de él, a fin de tocarle todos los que tenían males;


Y con muchas instancias le hacía esta súplica: Mi hija está en los últimos; ven y pon sobre ella tu mano para que sane y viva.


Por lo cual no podía obrar allí milagro alguno. Curó solamente algunos pocos enfermos imponiéndoles las manos.


Tanto que aplicando solamente los pañuelos y ceñidores que habían tocado a su cuer-po, a los enfermos, al momento las dolencias se les quitaban, y los espíritus malignos salían fuera.


de suerte que sacaban a las calles a los enfermos, poniéndolos en camillas y lechos o carretones, para que pasando Pedro, su sombra tocase por lo menos en alguno de ellos, y quedasen libres de sus dolencias.


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