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Levítico 8:22 - Biblia Torres Amat 1825

22 Ofreció también el segundo carnero para la consagración de los sacerdotes, y pusieron sus manos sobre la cabeza de Aarón y sus hijos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

22 Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Después, Moisés presentó el otro carnero, el de la ordenación. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero para la consagración, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre su cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Seguidamente hizo aproximar el segundo carnero, el carnero de la consagración, y Aarón y sus hijos apoyaron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de la investidura, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero.

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Levítico 8:22
10 Referans Kwoze  

Esta es la ley del holocausto, y la del sacrificio por pecado, y por delito, y por las consagraciones, y la de las víctimas pacíficas:


Toma a Aarón y a sus hijos, y sus vestiduras, y el óleo de la unción, un becerro por el pecado, dos carneros y el canastillo con los ázimos.


Después elevando delante del Señor el pecho del carnero de la consagración, le reservó como porción suya, conforme se lo había mandado el Señor.


Y yo por amor de ellos me santifico, me ofrezco por víctima, a mí mismo; con el fin de que ellos sean santificados en la verdad.


Y por esta conducta del mismo Dios subsistís vosotros o estáis incorporados en Cristo Jesús , el cual fue constituido por Dios para nosotros por fuente de sabiduría, y por justicia, y santificación, y redención nuestra,


El cual por amor de nosotros ha tratado a aquel que no conocía al pecado, como si hubiese sido el pecado mismo, con el fin de que nosotros viniésemos a ser en él justos con la justicia de Dios.


Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella,


a fin de hacerla comparecer delante de él llena de gloria, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada.


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