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Levítico 4:34 - Biblia Torres Amat 1825

34 Y el sacerdote mojará en la sangre el dedo, y tocando con ella las puntas del altar de los holocaustos, la demás la derramará al pie del altar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Después con su dedo el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Luego el sacerdote mojará su dedo en la sangre de la ofrenda por el pecado y la pondrá en los cuernos del altar de las ofrendas quemadas, y derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 El sacerdote mojará su dedo en la sangre y teñirá con ella los cuernos del altar de los holocaustos, luego derramará el resto de la sangre al pie del altar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Después el sacerdote tomará con su dedo de la sangre de la víctima expiatoria y la pondrá en los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de su sangre al pie del altar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Luego el sacerdote tomará con su dedo sangre de la víctima expiatoria, la pondrá en los cuernos del altar de los holocaustos y derramará la sangre restante al pie del altar.

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Levítico 4:34
15 Referans Kwoze  

Mas ese mismo pueblo mío es saqueado y devastado; presos han sido todos sus jóvenes, encerrados en las cárceles; arrebatados han sido, sin que haya quien los libre; robados, y no hay quien diga: Restitúyelos.


y con la misma sangre rociará las puntas del altar, que está ante el Señor en el Tabernáculo del Testimonio; la sangre restante la derramará al pie del altar de los holocaustos, colocado ante la puerta del Tabernáculo del Testimonio.


mojará el sacerdote el dedo en la sangre de esta víctima por el pecado, tiñendo con ella las puntas del altar del holocausto, y derramando el resto al pie de dicho altar.


y el sacerdote mojará su dedo en la sangre, y tocando con ella las puntas del altar de los holocaustos, derramará la restante junto a su basa.


y teñirá con la misma las puntas del altar de los pefumes gratísimos al Señor, colocado en el Tabernáculo del Testimonio; pero toda la sangre restante la verterá en la basa del altar de los holocaustos, a la entrada del Tabernáculo.


Y yo por amor de ellos me santifico, me ofrezco por víctima, a mí mismo; con el fin de que ellos sean santificados en la verdad.


Siendo así que el fin de la ley es Cristo para justificar a todos los que creen en él.


Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están reengendrados en Cristo Jesús , y que no siguen la carne.


Pues lo que era imposible que la ley hiciese, estando como estaba debilitada por la carne, lo hizo Dios cuando habiendo enviado a su Hijo revestido de una carne semejante a la del pecado, y héchole víctima por el pecado, mató así al pecado en la carne,


El cual por amor de nosotros ha tratado a aquel que no conocía al pecado, como si hubiese sido el pecado mismo, con el fin de que nosotros viniésemos a ser en él justos con la justicia de Dios.


Pues bien conocemos quién es el que dijo: A mí está reservada la venganza, y yo soy el que la ha de tomar. Y también: El Señor ha de juzgar a su pueblo.


Porque el que santifica, y los que son santificados, todos traen de uno su origen o la naturaleza humana. Por esta causa no se desdeña de llamarlos hermanos, diciendo:


Porque andabais como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido y reunido al pastor, y obispo o superintendente de vuestras almas.


En el cual, o por cuyo movimiento, fue también a predicar a los espíritus encarcelados,


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