32 Es fiesta o sábado de descanso, y desde el día nono del mes mortificaréis vuestras almas. Vuestras fiestas las celebraréis desde una tarde hasta la otra.
32 Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.
32 Este será un día de descanso absoluto, y en ese día debes negarte a ti mismo. Este día de descanso comenzará a la caída del sol del noveno día del mes y se extenderá hasta la caída del sol del décimo día».
32 Este será para ustedes el más grande de los sábados, en el que harán penitencia. El día nueve del mes por la tarde y hasta la tarde del día siguiente observarán el sábado.
32 Sábado de reposo solemne os será. Humillaréis vuestras almas el noveno día del mes, reposando en vuestro shabbat desde la tarde hasta la otra tarde.
Sucedió, pues, que al comenzar el sábado, cuando al anochecer quedaron como en reposo las puertas de Jerusalén , di la orden, y quedaron éstas cerradas y mandé que no se abriesen hasta después del sábado, y puse de guardia en ellas algunos de mis criados, a fin de que nadie entrase cargas en día de sábado.
Pues esto dice el excelso y el sublime Dios que mora en la eternidad, y cuyo nombre es Santo: El que habita en las alturas y en el santuario, y en el corazón contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y dar vida al corazón de los contritos.
para cuidar a los de Sión que están llorando, y para darles una corona de gloria, en lugar de la ceniza que cubre sus cabezas; el óleo propio de los días solemnes y alegres en vez de luto; un ropaje de gloria en cambio de su espíritu de aflicción; y los que habitarán en ella serán llamados los valientes en la justicia, plantío del Señor para gloria suya.
Y esto será para vosotros un estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, mortificaréis vuestras almas, y no trabajaréis, ni los naturales, ni los extranjeros que están domiciliados entre vosotros.
El décimo día de este séptimo mes será el día solemnísimo de la Expiación o perdón y se llamará santo; y mortificaréis en él vuestras almas, y ofreceréis holocausto al Señor.
Por tanto, no trabajéis poco ni mucho en este día. Ley sempiterna será ésta para vosotros y para vuestros descendientes, en cualquier lugar en que moréis.
Puesto que la palabra de Dios es viva, y eficaz, y más penetrante que cualquier espada de dos filos, y que entra y penetra hasta los pliegues del alma y del espíritu, hasta las junturas y tuétanos, y discierne y califica los pensamientos y las intenciones más ocultas del corazón.