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Jueces 8:10 - Biblia Torres Amat 1825

10 Entretanto Zebee y Salmana estaban descansando con todo su ejército; porque de todas las tropas de los pueblos orientales habían quedado quince mil hombres, habiendo sido muertos ciento veinte mil soldados, que manejaban la espada.

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Biblia Reina Valera 1960

10 Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el ejército de los hijos del oriente; pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Para entonces, Zeba y Zalmuna se encontraban en Carcor con unos quince mil guerreros, que era todo lo que quedaba de los ejércitos aliados del oriente, porque ya habían matado a ciento veinte mil.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Zebaj y Salmuna estaban en Carcor con un ejército de alrededor de quince mil hombres (eran los sobrevivientes del gran ejército de los hijos de Oriente, pues ya habían caído ciento veinte mil).

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y su ejército con ellos, como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el campamento de los orientales, pues habían caído ciento veinte mil hombres armados de espada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Zébaj y Salmuná se hallaban en Carcor con su ejército, unos quince mil hombres, cuantos supervivientes quedaban de todo el ejército de los hijos de oriente, pues habían caído ciento veinte mil hombres capaces de empuñar la espada.

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Jueces 8:10
17 Referans Kwoze  

Habiendo visto, pues, el rey de Moab que los enemigos prevalecían, tomó consigo setecientos hombres valerosos con espada en mano, para forzar el campo del rey de Idumea, y escaparse: pero no pudo lograr su intento.


Con esto Abía y su gente hicieron en ellos gran destrozo, tanto que cayeron heridos quinientos mil valientes por parte de Israel.


Pues Facee, hijo de Romelía, mató en un solo día ciento veinte mil hombres de Judá, todos ellos bravos soldados; porque habían abandonado al Señor Dios de sus padres.


Y los hijos de Israel hicieron cautivos de sus hermanos doscientos mil, mujeres, niños y niñas y cogieron infinitos despojos, y los llevaron a Samaria.


Por lo que se fue de allí Sennaquerib, rey de los asirios, y marchó y se volvió a su residencia de Nínive.


Porque todo despojo hecho con violencia y tumulto, y los vestidos manchados de sangre serán quemados y hechos pábulo del fuego.


Y se alistaron veinticinco mil benjamitas, toda gente de guerra, sin contar los moradores de Gabaa,


Por la parte de Israel, excluidos los hijos de Benjamín, se hallaron cuatrocientos mil hombres que sabían manejar las armas, y que estaban preparados para la guerra.


Todos los caudillos de los pueblos, y las tribus todas de Israel concurrieron a la reunión del pueblo de Dios, en número de cuatrocientos mil guerreros de a pie.


salieron éstos de las puertas de Gabaa y acometiéndoles hicieron en los hijos de Israel una mortandad tan grande, que dejaron tendidos por tierra dieciocho mil combatientes.


En efecto, el Señor los castigó a la vista de los hijos de Israel, que mataron de ellos en aquel día veintincinco mil cien hombres, toda gente guerrera y valiente.


Por donde los que perecieron de Benjamín en diversos sitios vinieron a ser en todos veinticinco mil combatientes, gente toda muy guerrera.


Porque venían ellos con todos sus ganados y tiendas, y a manera de langostas cubría todos los campos una multitud innumerable de hombres y de camellos, desollándolo todo por donde pasaban.


Es de advertir que los madianitas y amalecitas, y todos los pueblos orientales yacían tendidos en el valle, como una muchedumbre de langostas; y sus camellos eran sin número, como las arenas de la orilla del mar.


Así que se acercó Gedeón, oyó que uno contaba a su camarada cierto sueño, y refería en esta forma lo que había visto: Acabo de tener un sueño, en que veía venir rodando un pan de cebada cocido en el rescoldo, y bajar hacia el campamento de Madián, y que chocando contra un pabellón le trastornó con el golpe, y le echó por tierra.


Y sin embargo los trescientos hombres seguían tocando sin cesar las trompetas. Y el Señor hizo que los enemigos tirasen de sus espadas unos contra otros sin conocerse; de suerte que se degollaban entre sí,


Gedeón, pues, tomando el camino hacia los árabes scenitas, o que habitaban en tiendas de campaña, a la parte oriental de Nobe y Jegbaa, derrotó el campamento de los enemigos; los cuales estaban descuidados, imaginando que ya no tenían que temer nada.


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