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Juan 6:51 - Biblia Torres Amat 1825

51 Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo daré, es mi misma carne, la cual daré yo para la vida o salvación del mundo.

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Biblia Reina Valera 1960

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Y ciertamente, el pan que Yo daré por la vida del mundo es mi carne.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: quien coma de este pan vivirá eternamente; pues el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo'.

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Juan 6:51
30 Referans Kwoze  

Al modo que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar su vida para redención de muchos.


Después tomó el pan, dio gracias, lo partió, y se los dio, diciendo: Este es mi cuerpo, el cual se da por vosotros; haced esto en memoria mía.


Y el Verbo se hizo carne; y habitó en medio de nosotros; y nosotros hemos visto su gloria, gloria que el Unigénito debía recibir del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a encontrarle, y dijo: He aquí el cordero de Dios, ved aquí el que quita los pecados del mundo.


y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre; ¿crees tú esto?


Ello es así que nadie subió al cielo, sino aquel que ha descendido del cielo, a saber, el Hijo del hombre, que está en el cielo.


Al modo que Moisés en el desierto levantó en alto la serpiente de bronce, así también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,


Que amó tanto Dios al mundo, que no paró hasta dar a su hijo unigénito; a fin de que todos los que creen en él, no perezcan, sino que vivan vida eterna.


Aquel que cree en el Hijo de Dios, tiene vida eterna; pero quien no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que al contrario, la ira de Dios permanece siempre sobre su cabeza.


En verdad, en verdad os digo, que quien escucha mi palabra, y cree a aquel que me ha enviado, tiene la vida eterna, y no incurre en sentencia de condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida.


Porque pan de Dios es aquel que ha descendido del cielo, y que da la vida al mundo.


A lo que Jesús respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, no tendrá hambre, y el que cree en mí, no tendrá sed jamás.


Los judíos entonces comenzaron a murmurar de él, porque había dicho: Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo.


En verdad, en verdad os digo, que quien cree en mí, tiene la vida eterna.


Mas éste es el pan que desciende del cielo, a fin de que quien comiere de él no muera.


Del seno de aquel que cree en mí, manarán, como dice la Escritura, ríos de agua viva.


Porque Dios era el que reconciliaba consigo al mundo en Jesucristo, no imputándoles a ellos sus delitos, y él es el que nos ha encargado a nosotros predicar la reconciliación.


El cual por amor de nosotros ha tratado a aquel que no conocía al pecado, como si hubiese sido el pecado mismo, con el fin de que nosotros viniésemos a ser en él justos con la justicia de Dios.


y proceded con amor hacia vuestros hermanos, a ejemplo de lo que Cristo nos amó, y se ofreció a sí mismo a Dios en oblación y hostia de olor suavísimo.


Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella,


Esto es lo que has de enseñar; y exhorta y reprende con plena autoridad. Pórtate de manera que nadie te menosprecie.


teniendo asimismo el gran sacerdote, Jesucristo, constituido sobre la casa de Dios, o la Iglesia,


sois también vosotros a manera de piedras vivas edificadas encima de él, siendo como una casa espiritual, como un nuevo orden de sacerdotes santos, para ofrecer víctimas espirituales, que sean agradables a Dios por Jesucristo.


Y si guardamos sus mandamientos, con eso sabemos que verdaderamente le hemos conocido.


Queridos míos, si así nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos unos a otros.


Cualquiera que confesare que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él, y él en Dios.


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