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Juan 3:5 - Biblia Torres Amat 1825

5 En verdad, en verdad te digo, respondió Jesús , que quien no renaciere por el bautismo del agua, y la gracia del Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Jesús le contestó: —Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Jesús le contestó: 'En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo: El que no nazca de agua° y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Jesús respondió: 'De verdad te aseguro: quien no nace de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.

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Juan 3:5
35 Referans Kwoze  

Y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y hacéis sencillos como a los niños, no entraréis en el reino de los cielos.


Y aun os digo más: Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos.


¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? El primero, dijeron ellos. Y Jesús prosiguió: En verdad os digo que los publicanos y las rameras os precederán y entrarán en el reino de Dios:


Id, pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;


Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y no soy yo digno siquiera de llevarle las sandalias; él es quien ha de bautizaros en el Espíritu Santo y en el fuego.


Porque yo os digo que si vuestra justicia no es más llena y mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.


Lo que advirtiendo Jesús , lo llevó muy a mal y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo estorbéis; porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios.


el que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado.


Y si tu ojo te sirve de escándalo, arráncalo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que tener dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno,


Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os aseguro que muchos buscarán cómo entrar, y no podrán.


Os aseguro que no; si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente.


Os digo que no; mas si vosotros no hiciereis penitencia, todos pereceréis igualmente.


Los cuales no nacen de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios.


Le respondió Jesús : Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios o tener parte en él.


Le dijo Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede acaso volver otra vez al seno de su madre para renacer?


A lo que Pedro les respondió: Haced penitencia, y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;


Haced, pues, penitencia, y convertíos, a fin de que se borren vuestros pecados,


Que no consiste el reino de Dios en comer, ni en beber esto o aquello, sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo.


Porque la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús , me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.


Digo esto, hermanos míos, porque la carne y sangre, o los hombres carnales, no pueden poseer el reino de Dios, ni la corrupción poseerá esta herencia incorruptible.


Nosotros, pues, no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que es de Dios a fin de que conozcamos las cosas que Dios nos ha comunicado.


Tales habéis sido algunos de vosotros en otro tiempo; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios.


El hecho es que respecto de Jesucristo ni la circuncisión, ni la incircuncisión valen nada, sino que lo que vale es el ser una nueva criatura.


para santificarla, limpiándola en el bautismo de agua con la palabra de vida,


Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha regenerado con una viva esperanza de vida eterna, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,


el cual, después de haber devorado la muerte, a fin de hacernos herederos de la vida eterna, está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo, y estándole sumisos los ángeles, y las potestades y las virtudes.


Mirad, qué tierno amor hacia nosotros ha tenido el Padre, queriendo que nos llamemos hijos de Dios, y lo seamos en efecto. Por eso el mundo no hace caso de nosotros, porque no conoce a Dios nuestro Padre.


En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos.


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