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Juan 3:36 - Biblia Torres Amat 1825

36 Aquel que cree en el Hijo de Dios, tiene vida eterna; pero quien no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que al contrario, la ira de Dios permanece siempre sobre su cabeza.

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Biblia Reina Valera 1960

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 El que cree en el Hijo vive de vida eterna, pero el que se niega a creer en el Hijo se queda con el Dios que condena: nunca conocerá la vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece° al Hijo, no verá vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no gozará de vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.'

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Juan 3:36
38 Referans Kwoze  

Con eso salvó su alma de caer en la muerte, y vivirá, y gozará de la luz.


Abrazad la buena doctrina; no sea que al fin se irrite el Señor, y perezcáis descarriados de la senda de la justicia. Porque cuando de aquí a poco se inflamare su ira, bienaventurados todos aquellos que ponen en él su confianza.


Porque en ti está la fuente de la vida; y en tu luz veremos la luz.


Entrará al lugar de sus padres, y ya no verá jamás la luz.


Mira que el que es incrédulo no tiene dentro de sí un alma justa. El justo, pues, en su fe vivirá.


No verán estos hombres, que salieron de Egipto de edad de veinte años arriba, la tierra que tengo prometida con juramento a Abrahán, a Isaac y a Jacob ; ya que no han querido seguirme,


Y en consecuencia, irán éstos al eterno suplicio, y los justos a la vida eterna.


el que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado.


Porque ya mis ojos han visto al Salvador que nos has dado,


y verán todos los hombres al Salvador enviado de Dios.


Pero a todos los que le recibieron, que son los que creen en su nombre, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios.


Y yo les doy la vida eterna; y no se perderán jamás, y ninguno las arrebatará de mis manos.


Le respondió Jesús : Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios o tener parte en él.


Aquel que siega recibe su jornal, y recoge frutos para la vida eterna, a fin de que igualmente se gocen así el que siembra como el que siega.


En verdad, en verdad os digo, que quien escucha mi palabra, y cree a aquel que me ha enviado, tiene la vida eterna, y no incurre en sentencia de condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida.


Este es el pan que ha bajado del cielo. No sucederá como a vuestros padres, que comieron el maná, y no obstante murieron. Quien come este pan, vivirá eternamente.


En verdad, en verdad os digo, que quien observare mi palabra, no morirá para siempre.


Pero los judíos que se mantuvieron incrédulos, conmovieron y provocaron a ira los ánimos de los gentiles contra los hermanos.


Porque la ley produce o manifiesta la cólera de Dios contra sus transgresores; en lugar de que allá donde no hay ley, no hay tampoco violación de la ley.


murió Cristo por nosotros; luego es claro que ahora mucho más estando justificados por su sangre, nos salvaremos por él de la ira de Dios.


Por consiguiente nada hay ahora digno de condenación en aquellos que están reengendrados en Cristo Jesús , y que no siguen la carne.


En lugar de que todos los que se apoyan en las obras de la ley, están sujetos a maldición. Pues está escrito: Maldito es cualquiera que no observare constantemente todo lo que está escrito en el libro de la ley.


Nadie os engañe con palabras vanas; pues por tales cosas descargó la ira de Dios sobre los incrédulos.


y para esperar del cielo a su Hijo Jesús (a quien resucitó de entre los muertos), y el cual nos libertó de la ira venidera.


el cual murió por nosotros, a fin de que ora velando, ora durmiendo, vivamos con él.


Pues bien conocemos quién es el que dijo: A mí está reservada la venganza, y yo soy el que la ha de tomar. Y también: El Señor ha de juzgar a su pueblo.


atestiguándola Dios con señales, y portentos, y variedad de milagros, y con los dones del Espíritu Santo que ha distribuido según su beneplácito.


En efecto, vemos que no pudieron entrar por causa de la incredulidad.


Temamos, pues, que haya alguno entre nosotros que sea excluido de la entrada en el descanso de Dios, por haber despreciado la promesa que de él se nos había hecho.


Mas en orden a los cobardes, e incrédulos, y execrables o desalmados, y homicidas, y deshonestos, y hechiceros, e idólatras, y a todos los embusteros, su suerte será en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda, y eterna.


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