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Juan 18:11 - Biblia Torres Amat 1825

11 Pero Jesús dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿he de dejar yo de beberlo?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Pero Jesús le dijo a Pedro: «Mete tu espada en la vaina. ¿Acaso no voy a beber de la copa de sufrimiento que me ha dado el Padre?».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Jesús dijo a Pedro: 'Coloca la espada en su lugar. ¿Acaso no voy a beber la copa que el Padre me ha dado?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Entonces Jesús dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina. La copa° que me ha dado el Padre, ¿no la he de beber?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Jesús dijo a Pedro: 'Mete la espada en la vaina. ¿Es que no voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?'.

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Juan 18:11
22 Referans Kwoze  

Mas el rey le replicó: ¿Qué tengo yo con vosotros, oh hijos de Sarvia? Dejadlo maldecir; pues el Señor ha dispuesto que maldiga a David. ¿Y quién osará preguntarle por qué lo ha dispuesto así?


porque el Señor tiene en la mano un cáliz de vino puro, lleno de amarga mistura, y le hace pasar de uno a otro; mas no por eso se han apurado sus últimos tragos, las han de beber todos los pecadores de la tierra.


Seguiste los pasos de tu hermana y te castigaré a ti del mismo modo que a ella.


Mas Jesús le dio por respuesta: No sabéis lo que os pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo de beber? Y le dijeron: Bien podemos.


Y adelantándose algunos pasos, se postró en tierra, caído sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz; pero, no obstante, no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú.


Se volvió de nuevo por segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.


las gentes del mundo son los que van afanados tras de esas cosas, bien sabe vuestro Padre que de ellas necesitáis.


diciendo: Padre mío, si es de tu agrado, aleja de mí este cáliz. No obstante, no se haga mi voluntad, sino la tuya.


Si observareis mis preceptos, perseveraréis en mi amor; así como yo también he guardado los preceptos de mi Padre, y persevero en su amor.


¡Oh Padre!, yo deseo ardientemente que aquellos que tú me has dado, estén conmigo allí mismo donde yo estoy para que contemplen mi gloria, cual tú me la has dado; porque tú me amaste desde antes de la creación del mundo.


Respondió Jesús : Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, claro está que mis gentes me habrían defendido para que no cayese en manos de los judíos; mas mi reino no es de acá.


Le dijo Jesús : No me toques más, porque no he subido todavía a mi Padre; mas anda, ve a mis hermanos, y diles de mi parte: Subo a mi Padre y vuestro Padre; a mi Dios y vuestro Dios.


Pues las armas con que combatimos no son carnales, sino que son poderosísimas en Dios para derrocar fortalezas, destruyendo nosotros con ellas los proyectos o raciocinios humanos,


con palabras de verdad, con fortaleza de Dios, con las armas de la justicia para combatir a la diestra y a la siniestra,


Considerad, pues, atentamente a aquel Señor que sufrió tal contradicción de los pecadores contra su misma persona, a fin de que no desmayéis, perdiendo vuestros ánimos.


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