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Josué 2:9 - Biblia Torres Amat 1825

9 Yo sé que el Señor vuestro Dios os ha entregado el dominio de esta tierra; porque el terror de vuestro nombre se ha apoderado de nosotros, y todos los habitantes del país están amilanados.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 —Sé que el Señor les ha dado esta tierra. Todos tenemos miedo de ustedes. Cada habitante de esta tierra vive aterrorizado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Les dijo: 'Sé que Yavé les ha entregado este país; han sembrado el pánico en medio de nosotros y toda la gente de este país está atemorizada con ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Yo se que YHVH os ha dado la tierra, y que el terror vuestro° ha caído sobre nosotros, y que todos los habitantes de la tierra desfallecen° ante vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 y les dijo: 'Ya sé yo que Yahveh os ha entregado el país, que el terror que inspiráis ha caído sobre nosotros y que todos los moradores del país están temblando en presencia vuestra,

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Josué 2:9
39 Referans Kwoze  

Así que partieron, el terror de Dios se apoderó de todas las ciudades circunvecinas, de suerte que no se atrevieron a perseguirlos en su retirada.


Y al oír esto, los más valientes de tu ejército, cuyo corazón es como de leones, desmayarán de temor; pues sabe todo el pueblo de Israel que tu padre es un varón esforzado, y que es gente valerosa la que lo sigue.


Volviendo en seguida con toda su comitiva al varón de Dios, se presentó delante de él, diciendo: Verdaderamente conozco que no hay otro Dios en el universo, sino sólo el de Israel. Te ruego, pues, que admitas este presente de tu siervo.


Porque el Señor había hecho resonar en los campamentos de los siros estruendo de carros falcados y de caballos, y de un numerosísimo ejército; con lo que se dijeron unos a otros: Sin duda el rey de Israel ha asalariado contra nosotros a los reyes de los heteos y de los egipcios, y se han echado sobre nosotros.


Así que supieron esto todos nuestros enemigos, se llenaron de temor todas las naciones vecinas, y cayeron de ánimo y conocieron ser Dios el autor de esta obra.


Asimismo en todos los pueblos, en las ciudades y provincias, doquiera que llegaban las órdenes del rey, se recibían con extraordinaria alegría, y había banquetes, y convites, y fiestas; en tanto grado, que muchos de otras naciones y sectas abrazaban la religión y ceremonias de los judíos. Tan grande era el terror que había infundido a todos el nombre judaico.


Porque yo sé que vive mi redentor, y que yo he de resucitar del polvo de la tierra en el último día,


Lo verá el pecador, y se irritará; rechinará los dientes, y se consumirá; pero los deseos y esfuerzos de los pecadores se desvanecerán como el humo.


El cielo empíreo es para el Señor; mas la tierra la dio a sus hijos de los hombres.


Ahora conozco bien que el Señor es grande sobre todos los dioses, como se ha visto con los egipcios, y así que se han levantado tan orgullosamente contra su pueblo.


Yo enviaré el terror de mi nombre por precursor tuyo delante de ti; y exterminaré todos los pueblos del país en que tú entrarás, y haré que a tu presencia vuelvan la espalda todos tus enemigos,


Pero al contrario, esta misma paciencia con que es tolerado el pecador, aunque peque cien veces, me ha hecho conocer a mí que serán dichosos aquellos que temen a Dios y respetan su majestad.


Y haré que vengan a las manos egipcios contra egipcios, y combatirá el hermano contra su propio hermano, y el amigo contra su amigo, ciudad contra ciudad, y reino contra reino.


Pasad los mares, levantad vuestros gritos, habitantes de la isla.


Yo creé la tierra, y los hombres, y las bestias que están sobre la tierra, con mi gran poder y mi excelso brazo, y he dado su dominio a quien quise.


Devastada ha quedado ella, y desgarrada, despedazada; los corazones desmayados, vacilantes las rodillas, quebrantados los lomos; y las caras de todos ellos renegridas como hollín.


Entretanto Moisés envió desde Cades embajadores al rey de Idumea, que le dijesen: Esta petición te hace tu hermano Israel: Sabes bien todos los trabajos que hemos padecido;


Vaya Aarón a incorporarse con su pueblo porque no ha de entrar en la tierra que tengo dada a los hijos de Israel; por haber sido incrédulo a mis palabras allá en las aguas de contradicción.


¿Acaso no puedo yo hacer de lo mío lo que quiero?; ¿o ha de ser tu ojo malo o envidioso, porque yo soy bueno?


Nadie podrá resistiros. El Señor Dios vuestro esparcirá el terror y espanto de vuestro nombre por cualquier país donde entrareis, según os ha prometido.


Hoy comenzaré yo a infundir tu terror y espanto sobre los pueblos que habitan debajo de cualquier parte del cielo: de suerte que al oír tu nombre tiemblen, y como las mujeres que están de parto, se estremezcan, y queden penetrados de dolor.


Y verán todos los pueblos de la tierra que eres llamado con verdad Pueblo de Dios; y te respetarán.


Cuando el Altísimo dividía las naciones; cuando separaba los hijos de Adán, fijó ya entonces los límites de los pueblos de Canaán, según el número de los hijos de Israel.


¿Y qué más diré todavía? El tiempo me faltará si me pongo a discurrir de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas,


Estas nuevas nos han consternado; ha desmayado nuestro corazón y así que habéis llegado, hemos quedado sin aliento a vuestra entrada: porque el Señor Dios vuestro es el mismo Dios que reina arriba en los cielos y acá bajo en la tierra.


y le dijeron: El Señor ha puesto en nuestras manos toda esta tierra, y todos sus moradores están amilanados con el terror de nuestro nombre.


Aún no dormían los que estaban escondidos, cuando he aquí que la mujer sube a ellos y les dice:


Luego que todos los reyes de los amorreos que habitaban a la otra parte del Jordán hacia el Poniente, y todos los reyes de los cananeos que poseían los países vecinos al mar grande o Mediterráneo, oyeron que el Señor había secado las aguas del Jordán, al presentarse los hijos de Israel, hasta que hubieron pasado, desmayó su corazón, y no quedó aliento en ellos, temiendo la entrada de los hijos de Israel.


Mas el Señor dijo a Josué: Mira: yo he puesto en tu mano a Jericó y a su rey y a todos sus valientes.


y con los dos reyes de los amorreos, que reinaron a la otra parte del Jordán, Sehón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basán, que estaba en Astarot.


Respondieron ellos: Llegó a noticia de nosotros tus siervos que el Señor Dios tuyo tenía prometido a Moisés su siervo, que os había de entregar toda la tierra, y que destruiría todos los habitantes; entramos, pues, en gran temor, y mirando por nuestras vidas tomamos este partido, compelidos del terror que nos inspirábais.


Respondieron: De un país remotísimo han venido tus siervos en nombre del Señor Dios tuyo; por cuanto hemos oído la fama de su poder, todo lo que hizo en Egipto,


Respondió aquel a quien se lo contaba: Lo que esto significa es la espada de Gedeón, hi-jo de Joás, israelita; porque Dios ha entregado en sus manos a Madián y a todo su campa-mento.


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