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Jeremías 9:20 - Biblia Torres Amat 1825

20 Escuchad, pues, ¡oh mujeres de mi país!, la palabra del Señor, y perciban bien vuestros oídos lo que os anuncian sus labios; y enseñad a vuestras hijas, y cada cual a su vecina endechas y canciones lúgubres.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Escuchen, ustedes mujeres, las palabras del Señor; abran sus oídos a lo que él tiene que decir. Enseñen a sus hijas a gemir; enséñense unas a otras a lamentarse.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 La muerte ha trepado por nuestras ventanas y ha entrado en nuestros palacios; ha segado al niño en la calle, a los jóvenes en la plaza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 ¡Oíd pues, oh mujeres, el oráculo de YHVH, Y reciba vuestro oído la palabra de su boca! Enseñad endechas a vuestras hijas, Y cada cual a su compañera la lamentación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 'Subió la muerte por nuestras ventanas, entró en nuestros palacios, segando al niño en la calle, a los jóvenes en las plazas.

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Jeremías 9:20
15 Referans Kwoze  

Recibe de su boca la ley, y graba en tu corazón sus palabras.


Raerá el Señor la cabeza de las hijas de Sión, y las despojará de sus cabellos.


Y el pueblo se arrojará con violencia, hombre contra hombre, y cada uno contra su prójimo. Se alzará el joven contra el anciano, y el plebeyo contra el noble.


Y los moradores de los pueblos, a los cuales éstos profetizaban, serán arrojados por las calles de Jerusalén , muertos de hambre, y al filo de la espada ellos y sus mujeres, y sus hijos e hijas, sin que haya nadie que les dé sepultura; y sobre ellos derramaré el castigo de su maldad.


Moradores de Jerusalén , he aquí lo que os dice el Señor de los ejércitos: No queráis escuchar las palabras de los profetas que os profetizan cosas lisonjeras, y os embaucan, ellos os cuentan las visiones o sueños de su corazón, no lo que ha dicho el Señor.


Que cuente su sueño aquel profeta que así sueña; y predique mi palabra con toda verdad aquel que recibe mi palabra, y se verá la diferencia. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo, dice el Señor?


Por lo cual estoy lleno del furor del Señor: Me cansé de sufrir: Derrámale fuera, me dijo a mí mismo, sobre los niños, y también en las reuniones de los jóvenes; porque preso será el marido con la mujer, el anciano con el decrépito.


Corta tu cabello, y arrójalo, y ponte a llorar en alta voz, porque el Señor ha desechado y abandonado esta generación, digna de su cólera.


Y los dejarán expuestos al sol, y a la luna, y a toda la milicia o estrellas del cielo; que son las cosas que ellos han amado, y a las cuales han servido, y tras de las cuales han ido, y a las que han consultado, y han adorado como a dioses. Los huesos de los cadáveres no habrá quien los recoja ni entierre; quedarán como el estiércol sobre la superficie de la tierra.


¿Cuál es el varón sabio que entienda esto, y a quien el Señor comunique de su boca la palabra, a fin de que declare a los otros el porqué ha sido asolada esta tierra, y está seca y quemada como un árido desierto, sin haber persona que transite por ella?


Levántate, clama de noche al Señor desde el principio de las vigilias; derrama como agua tu corazón ante su presencia; levanta hacia él tus manos, haciéndole presente la vida de tus niños que se están muriendo de hambre en todas las esquinas y encrucijadas de las calles.


Muertos yacen por fuera el mozo y el anciano; mis vírgenes y mis jóvenes han sido pasados a cuchillo; los has hecho perecer en el día de tu furor; los has herido de muerte sin compasión alguna.


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