En aquel tiempo, el pueblo dividido y despedazado, el pueblo formidable más que cualquier otro, la nación que espera y más espera y es entretanto hollada (cuya tierra está desmoronada por los ríos) llevará ofrendas al Señor de los ejércitos que reside en el lugar donde se invoca el Nombre del mismo Señor de los ejércitos, en el monte de Sión.
¿Es acaso para mí la heredad mía alguna cosa exquisita, como ave de varios colores? ¿Es ella como el ave toda matizada de colores? Venid bestias todas de la tierra, corred a devorarla.
Y los moradores de los pueblos, a los cuales éstos profetizaban, serán arrojados por las calles de Jerusalén , muertos de hambre, y al filo de la espada ellos y sus mujeres, y sus hijos e hijas, sin que haya nadie que les dé sepultura; y sobre ellos derramaré el castigo de su maldad.
Y emplearé contra ellos cuatro especies de castigo, dice el Señor, el cuchillo que los mate, los perros que los despedacen, y las aves del cielo y las bestias de la tierra que los devoren y consuman.
Morirán de varias enfermedades, y no serán llorados ni enterrados, yacerán como estiércol sobre la superficie de la tierra, y serán consumidos con la espada y el hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.
Y en este sitio disiparé yo los designios de los habitantes de Judá y de Jerusalén ; exterminaré a éstos con la espada, a la vista de sus enemigos, y por mano de aquellos que buscan su perdición, y daré sus cadáveres en pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
Y aquellos a quienes el Señor haya entregado a la muerte en este día, quedarán tendidos por el suelo desde un cabo de la tierra hasta el otro; no serán llorados, nadie los recogerá, ni les dará sepultura; yacerán sobre la tierra como estiércol.
Los entregaré, digo, en poder de sus enemigos, y en manos de los que ansían quitarles la vida; y sus cadáveres servirán de pasto a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.
Pues la muerte ha subido por nuestras ventanas, se ha entrado en nuestras casas, y ha hecho tal estrago, que ya no se verán niños ni jóvenes por las calles y plazas.
Diles, pues tú, Jeremías: Así habla el Señor: Los cadáveres humanos quedarán tendidos por el suelo, como el estiércol sobre un campo, y como el heno que tira tras de sí el segador, sin que haya quien lo recoja.
Y a ti y a todos los peces de tus ríos os arrojaré al desierto; tú caerás muerto sobre la superficie de la tierra, sin que nadie te recoja y dé sepultura, a las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregué para que te devoren.
Sobre los montes de Israel caerás muerto tú y todas tus huestes, y los pueblos que van contigo; a las fieras, a las aves y a todos los volátiles y bestias de la tierra te entregaré para que te devoren.