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Jeremías 7:2 - Biblia Torres Amat 1825

2 Ponte a la puerta del templo del Señor, y predica allí este sermón, hablando en los términos siguientes: Oíd la palabra del Señor todos vosotros, ¡oh hijos de Judá!, que entráis por estas puertas para adorar al Señor.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Vete a la entrada del templo del Señor y dale el siguiente mensaje al pueblo: “Oh Judá, ¡escucha este mensaje del Señor! ¡Escúchenlo, todos ustedes que aquí adoran al Señor!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Párate en la puerta de la Casa de Yavé y publica allí esta palabra: Escuchen, hombres de Judá, que entran por esta puerta a adorar a Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Ponte en la puerta de la Casa de YHVH, y proclama allí esta palabra. Di: ¡Oíd el oráculo de YHVH, todos los habitantes de Judá que entráis por estas puertas para postrarse ante YHVH!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 'Ponte en la puerta del templo de Yahveh y anuncia allí esta palabra y di: escuchad la palabra de Yahveh, todos los de Judá, que entráis por estas puertas para adorar a Yahveh.

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Jeremías 7:2
38 Referans Kwoze  

Pero Miqueas, ratificándose, añadió: Por tanto, oye la palabra del Señor: He visto al Señor sentado sobre su solio, y a toda la milicia celestial que estaba a su alrededor a la derecha y a la izquierda.


En tus atrios descansarán nuestros pies, ¡oh Jerusalén !


¿De qué me sirve a mí, dice el Señor, la muchedumbre de vuestras víctimas? Ya me tienen fastidiado. Yo no gusto de los holocaustos de carneros, ni de la gordura de los bueyes, ni de la sangre de los becerros, de los corderos y de los machos de cabrío.


Oíd los de la casa de Israel las palabras que ha hablado el Señor acerca de vosotros.


Entonces me dijo el Señor: Predica en alta voz todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén , diciendo: Oíd las palabras de este pacto, y observadlas;


En seguida volvió Jeremías de Tofet, a donde le había enviado el Señor a profetizar, y se paró en el atrio del templo del Señor, y dijo a todo el pueblo:


Anda y predica a toda Jerusalén , diciendo: Esto dice el Señor: Compadecido de tu mocedad me he acordado de ti, y del amor que te tuve, cuando me desposé contigo, y cuando después me seguiste en el desierto, en aquella tierra que no se siembra.


Ahora, pues, oíd la palabra del Señor vosotros los de la casa de Jacob , y vosotras todas las familias del linaje de Israel.


Esto dice el Señor: Ponte en el atrio de la casa del Señor; y a todas las ciudades de Judá, cuyos moradores vienen a adorar en el templo del Señor, les anunciarás todo aquello que te he mandado decirles; no omitas ni una sola palabra,


En seguida el profeta Jeremías respondió al falso profeta Hananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que se hallaba en la casa del Señor,


Esto no obstante, escucha lo que dice el Señor, ¡oh Sedecías, rey de Judá! Esto dice el Señor: Tú no morirás a cuchillo,


Y entonces leyó Baruc por el libro las palabras de Jeremías en la casa del Señor, desde la habitación, que está a cargo de Gamarías, hijo de Safán, doctor de la ley, sobre el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva del templo del Señor, oyéndolo todo el pueblo.


Ve, pues, tú, y lee las palabras del Señor que yo te he dictado, y tú has escrito en este libro, de modo que las oiga el pueblo, en la casa del Señor, el día del ayuno; y asimismo las leerás de manera que las oigan todos los de Judá que vienen de sus ciudades;


Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a las mujeres todas: Escuchad la palabra del Señor, vosotros todos los del pueblo de Judá que estáis en tierra de Egipto.


Palabras que habló el Señor a Jeremías, diciendo:


La virtud del Señor se hizo sentir sobre mí, y me sacó fuera en espíritu del Señor; y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos.


Escuchad esto, ¡oh sacerdotes! Tú, ¡oh casa de Israel!, oye con atención; atiende bien tú, ¡oh casa real!, porque a vosotros se os va a juzgar. Pues debiendo ser unos centinelas del pueblo, le habéis armado lazos, y sido para él como una red tendida por los cazadores sobre el monte Tabor.


Y ahora tú, ¡oh Amasías!, escucha la palabra del Señor: Tú me dices a mí: No profetices contra Israel, y no profieras oráculos contra la casa del ídolo.


¡Pueblos todos, escuchad! y esté atenta la tierra y cuanto en ella hay; y el Señor Dios sea testigo contra vosotros, séalo el Señor desde su santo templo.


Y dije yo: Escuchad, ¡oh vosotros, príncipes de Jacob , y caudillos de la casa de Israel! ¿Acaso no os toca a vosotros saber aquello que es justo?


Escuchad estas cosas, ¡oh príncipes de la casa de Jacob !, y vosotros, ¡oh jueces de la casa de Israel!, vosotros que abomináis la justicia, y trastornáis toda equidad.


Quien tenga oídos para entender, entienda.


A lo que respondió Jesús : Yo he predicado públicamente delante de todo el mundo; siempre he enseñado en la sinagoga, y en el templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado en secreto.


Id al templo, y puestos allí, predicad al pueblo la doctrina de esta ciencia de vida.


Y no cesaban todos los días, en el templo, y por las casas, de anunciar y de predicar a Jesucristo.


Así mismo al ángel de la iglesia de Pérgamo escríbele: Esto dice el que tiene en su boca la espada afilada de dos filtros:


Y al ángel de la iglesia de Tiatira escríbele: Esto dice el Hijo de Dios, que tiene los ojos como llamas de fuego, y los pies semejantes al bronce fino:


Al ángel de la iglesia de Sardis escríbele también: Esto dice el que tiene a su mandar los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Yo conozco tus obras y que tienes nombre de viviente, y estás muerto.


Escribe también al ángel de la iglesia de Esmirna: Esto dice aquel que es el primero y el último, que fue muerto, y está vivo:


En fin, al ángel de la iglesia de Laodicea escribirás: Esto dice la misma verdad, el testigo fiel y verdadero, el principio , o causa, de las criaturas de Dios:


Después de esto miré; y he aquí que en un éxtasis vi una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta que hablaba conmigo, me dijo: Sube acá, y te mostraré las cosas que han de suceder en adelante.


Escribe así mismo al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo y el veraz, el que tiene la llave del nuevo reino de David; el que abre, y ninguno cierra; cierra, y ninguno abre;


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