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Jeremías 6:10 - Biblia Torres Amat 1825

10 Mas, ¿a quién dirigiré yo la palabra? ¿Y a quién conjuraré para que me escuche, pues tienen tapadas sus orejas, y no pueden oír? Lo peor es que la palabra del Señor les sirve de escarnio, y no la recibirán.

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Biblia Reina Valera 1960

10 ¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 ¿A quién puedo advertir? ¿Quién escuchará cuando yo hable? Tienen sordos los oídos y no pueden oír. Ellos desprecian la palabra del Señor. No quieren escuchar para nada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 ¿A quién hablaré y tomaré como testigo para que escuchen? A sus oídos les hace falta una circuncisión, y no pueden entender. La palabra de Yavé les causa risa y no les gusta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 ¿A quiénes tendré que hablar y testificar para que escuchen? He aquí que sus oídos son incircuncisos, Y no pueden escuchar:° He aquí que la palabra de YHVH ha venido a ser un oprobio para ellos; No tienen deleite en ella.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 ¿A quiénes hablaré y exhortaré para que me escuchen? Su oído está cerrado, no pueden atender. La palabra de Yahveh es para ellos oprobio, no la quieren.

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Jeremías 6:10
40 Referans Kwoze  

sino que tiene puesta toda su voluntad en la ley del Señor, y está meditando en ella día y noche.


Me deleitaré en tus preceptos, y no me olvidaré de tus palabras.


¡Oh Señor! ardientemente he deseado la salud que de ti viene, y tu ley es el objeto continuo de mi meditación.


Porque tus decretos son la materia de mi meditación, y tus justas leyes mi norte o consejo.


Guíame por la senda de tus preceptos, pues ésa es la que deseo.


Se engrasó su corazón como sebo o leche cuajada; mas yo me ocupo en meditar tu santa ley.


Venga sobre mí tu piedad, y viviré, puesto que tu ley es mi dulce meditación.


para cumplir tu voluntad. Eso he deseado siempre, oh Dios mío; y tengo tu ley en medio de mi corazón.


Respondió Moisés al Señor: Ves que los hijos de Israel no me escuchan; pues ¿cómo me ha de escuchar el faraón, sobre todo siendo yo tartamudo?


Y eso que el Señor le tuvo a Israel buena voluntad, escogiéndolo para santificarlo y para dar a conocer la grandeza y excelencia de su santa ley.


Mas ¡ay! ¿quién ha creído, o creerá a nuestro anuncio? ¿Y a quién ha sido revelado ese Mesías, brazo o virtud del Señor?


Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Anda y di al pueblo de Judá, y a los habitantes de Jerusalén : ¿Es posible que no habéis de tomar ejemplo para obedecer a mis palabras, dice el Señor?


Circuncidaos por amor del Señor, y separad de vuestro corazón las inmundicias, ¡oh vosotros, varones de Judá, y moradores de Jerusalén !, no sea que se manifieste cual fuego abrasador mi enojo, y suceda un incendio, y no haya quien pueda apagarle por causa de la malicia de vuestros designios.


Escucha, ¡oh pueblo insensato y sin cordura!; vosotros que teniendo ojos no veis, y teniendo orejas no oís:


Ahora bien, por cuanto habéis hecho todas estas fechorías, dice el Señor, y en vista de que yo os he predicado, y os he avisado con tiempo y exhortado, y vosotros no me habéis escuchado; y que os he llamado, y no me habéis respondido,


Mas los hijos de mi pueblo no me escucharon, sino que se hicieron sordos y endurecieron su cerviz, y se portaron peor que sus padres.


a Egipto, a Judá, a la Idumea, y a los hijos de Amón, y a los de Moab, y a todos aquellos que llevan cortado el cabello, habitantes del desierto, que si todas las naciones son incircuncisas según la carne, los hijos de Israel son incircuncisos en el corazón.


Mas los de la casa de Israel no quieren escucharte, porque ni a mí mismo quieren oírme, pues la casa toda de Israel es de frente descarada y de corazón endurecido.


y este centinela, viendo venir la espada enemiga hacia el país, sonare la bocina y avisare al pueblo;


Mas si amonestando tú al impío, para que se convierta, no dejare él su mala vida, morirá el impío por su iniquidad pero tu alma no será responsable de su muerte.


Con esto Amasías, sacerdote de los ídolos de Betel, envió a decir a Jeroboam, rey de Israel, lo siguiente: Amós levanta una rebelión contra ti en medio del pueblo de Israel, la gente no puede sufrir todas las cosas que dice.


Pero como viese venir a su bautismo muchos de los fariseos y saduceos, les dijo: ¡Oh raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado que con solas exterioridades podéis huir de la ira que os amenaza?


Entonces uno de los doctores de la ley le dijo: Maestro, hablando así, también nos afrentas a nosotros.


Entonces los príncipes de los sacerdotes y los escribas desearon prenderle en aquella misma hora; porque bien conocieron que contra ellos se dirigía la parábola propuesta; mas temieron al pueblo.


A vosotros no puede el mundo aborreceros; a mí sí que me aborrece, porque yo demuestro que sus obras son malas.


Oyeron esto algunos de los fariseos, que estaban con él, y le dijeron: Pues, ¿nosotros somos también ciegos?


¡Hombres de dura cerviz y de corazón y oído incircuncisos!, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como fueron vuestros padres, así sois vosotros.


Y poniéndose de rodillas, clamó en alta voz: ¡Señor, no les hagas cargo de este pecado! Y dicho esto durmió en el Señor. Saulo había consentido como los otros a la muerte de Esteban.


De aquí es que me complazco en la ley de Dios según el hombre interior;


Y el Señor por su justo juicio no os ha dado hasta el presente un corazón que sienta, ni ojos que miren, ni oídos que quieran escuchar.


Este es a quien predicamos nosotros, amonestando a todos los hombres, e instruyéndolos a todos en toda sabiduría o conocimientos celestiales, para hacerlos a todos perfectos en Jesucristo,


y cerrarán sus oídos a la verdad, y los aplicarán a las fábulas.


Por la fe aquel que recibió del Señor el nombre de Abrahán, o Padre de las naciones, obedeció a Dios, partiendo hacia el país que debía recibir en herencia; y se puso en camino, no sabiendo adónde iba.


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