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Jeremías 52:7 - Biblia Torres Amat 1825

7 Y se abrió brecha en la ciudad, y huyeron todos sus guerreros, saliéndose de noche por la puerta que hay entre los dos muros, y va a la huerta del rey (mientras los caldeos tenían cercada la ciudad) y tomaron el camino que conduce al desierto.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y se fueron por el camino del Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad alrededor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Entonces abrieron una brecha en la muralla de la ciudad, y todos los soldados huyeron. Como la ciudad estaba rodeada por los babilonios, esperaron hasta la caída del sol y entonces se deslizaron por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real y se dirigieron al valle del Jordán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 se abrió un hoyo en el muro de la ciudad; el rey y todos los combatientes salieron de noche y escaparon de la ciudad por el camino de la puerta que está entre las dos murallas y que está cerca del parque del rey -los caldeos rodeaban la ciudad-, y tomaron el camino del valle del Jordán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, y partieron rumbo al Arabá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 se abrió una brecha en la ciudad. Entonces, todos los hombres de guerra huyeron de noche de la ciudad por el camino de la puerta que había entre los dos muros del jardín del rey, y aunque los caldeos tenían cercada la ciudad, se fueron por el camino de la estepa.

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Jeremías 52:7
17 Referans Kwoze  

Al cabo quedó abierta una brecha en la ciudad; y toda la gente de guerra huyó de noche por el camino de la puerta, que está entre los dos muros, junto al jardín del rey, mientras los caldeos estrechaban el cerco de la ciudad. Huyó, pues, Sedecías por el camino que va a las llanuras del desierto.


Pues he aquí que yo voy a dar mis órdenes, dice el Señor, y los volveré a traer contra esta ciudad, y la batirán, y se apoderarán de ella, y la incendiarán; y a las ciudades de Judá he de convertirlas en un desierto, de tal suerte que no quede en ellas ningún habitante.


Y el año undécimo de Sedecías, en el día cinco del cuarto mes, fue asaltada por la brecha la ciudad.


Serán degollados sus jóvenes por las calles; y quedarán exánimes en aquel día todos sus guerreros, dice el Señor de los ejércitos.


y que están tomados los vados del río, y que han incendiado los cañaverales de junto a las lagunas, y que están llenos de turbación todos los guerreros.


¡Ea, pues!, asaltémosla de noche, y arruinemos sus casas.


Y el jefe que está en medio de ellos, llevado será en hombros, saldrá de noche; horadarán la pared para sacarlo fuera; su cara será cubierta para que no vea la tierra.


De día, pues, y a vista de ellos sacarás fuera tu equipaje, como quien se muda a otro país; pero tú partirás al caer la tarde, a la vista de ellos, como uno que va a vivir a otra tierra.


En el año duodécimo de nuestra transportación al cautiverio, el día cinco del décimo mes, vino a mí uno que había huido de Jerusalén , el cual me dijo: Ha sido asolada la ciudad.


Os dirigiré una mirada con rostro airado, y caeréis a los pies de vuestros enemigos, y quedaréis sujetos a los que os aborrecen: os entregaréis a la fuga sin que nadie os persiga.


Y a los que de vosotros quedaren, infundiré espanto en sus corazones en medio de los países enemigos; se estremecerán al ruido de una hoja volante, huyendo de ella como de una espada; caerán sin que nadie los persiga;


Y saldréis por las brechas abiertas por una y otra parte, y seréis arrojados a Armón, dice el Señor.


El Señor te hará caer postrado a los pies de tus enemigos. Por un camino irás a pelear contra ellos, y no hallarás bastantes sendas por donde huir; y serás dispersado por todos los reinos de la tierra.


¿Cómo podría jamás suceder lo que ahora, que un solo enemigo persiguiera a mil hebreos, y que dos hiciesen huir a diez mil? ¿No es esto porque su Dios los ha vendido, y los ha entregado el Señor?.


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