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Jeremías 50:21 - Biblia Torres Amat 1825

21 Marchad tú contra la Caldea, tierra de los dominadores, y castiga a sus habitantes, devasta y mata a aquellos que les siguen detrás; a todos dice el Señor; y obra según las órdenes que te tengo dadas.

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Biblia Reina Valera 1960

21 Sube contra la tierra de Merataim, contra ella y contra los moradores de Pecod; destruye y mata en pos de ellos, dice Jehová, y haz conforme a todo lo que yo te he mandado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 »Mis guerreros, suban contra la tierra de Merataim y contra la gente de Pecod. Persíganlos, mátenlos y destrúyanlos por completo como les he ordenado —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Contra el país de Meratayim. 'Sube al país de Meratim, y atácalo; a los habitantes de Pecod persíguelos, toma la espada y mátalos, dice Yavé. Ejecuta mis órdenes fielmente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 ¡Avanzad contra la tierra de Merataim° Y contra los habitantes de Pecod!° ¡Aniquila y destruye a filo de espada, Y haz cuanto te ordene!, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Sube al país de Meratáin, sube contra él, y contra los habitantes de Pecod. Mata y ejecuta el anatema con ellos -oráculo de Yahveh-, y haz todo cuanto yo te ordeno.

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Jeremías 50:21
17 Referans Kwoze  

Dijo el rey a Abisai y a todos sus criados: Vosotros estáis viendo que un hijo mío, nacido de mis entrañas, busca cómo quitarme la vida; ¿pues qué importa que me trate así ahora un hijo de Jemini? Dejadle que me maldiga, conforme a la permisión del Señor.


Pues, ¿no es por orden del Señor que yo he venido a ese país para arruinarlo? Marcha contra ese país, me dijo el Señor, y arrásalo.


Esto dice Ciro, rey de Persia: El Señor Dios del cielo me ha dado todos los reinos de la tierra, y él mismo me ha mandado edificarle una casa en Jerusalén , ciudad de Judea; ¿quién hay entre vosotros que pertenezca a su pueblo? El Señor Dios suyo sea con él, y póngase en camino para su tierra.


Es verdad que él no lo pensará así, y que en su corazón no formará tal concepto; su corazón solamente pondrá la mira en destruir y exterminar no pocas naciones.


Esto dice el Señor a mi ungido Ciro, a quien he tomado de la mano, para sujetar a él las naciones y hacer volver las espaldas a los reyes, y para abrir delante de él las puertas, sin que ninguna pueda resistirle.


Reuníos todos vosotros, pueblos, y escuchadme, ¿cuál de esos ídolos anunció tales cosas? El Señor amó a este hombre; y éste ejecutará la voluntad del Señor en Babilonia, y será su brazo contra los caldeos.


Yo, yo soy el que le ha hablado, y yo el que lo he llamado: yo lo he guiado, y le he allanado el camino.


Pues he aquí que yo voy a dar mis órdenes, dice el Señor, y los volveré a traer contra esta ciudad, y la batirán, y se apoderarán de ella, y la incendiarán; y a las ciudades de Judá he de convertirlas en un desierto, de tal suerte que no quede en ellas ningún habitante.


Maldito aquel que ejecuta de mala fe y con negligencia la obra que el Señor le manda; y maldito el que por lo mismo veda a su espada verter sangre.


Levantad contra ella el grito; ya tiende sus manos por todos lados, dándose por vencida; se conmueven sus fundamentos, destruidos quedan sus muros, porque es el tiempo de la venganza del Señor; tomad venganza de ella; tratadla como ella trató a los demás.


Porque vendrá contra ella del norte una nación, la cual asolará su país, sin que quede quien lo habite, desde el hombre hasta la bestia, todos se pusieron en movimiento y se marcharon.


Porque he aquí que yo pondré en movimiento y traeré reunidos contra Babilonia los ejércitos de naciones grandes de la tierra del norte, los cuales se dispondrán para asaltarla, y en seguida será tomada; sus saetas, como de fuertes y mortíferos guerreros, no serán disparadas en vano.


reuniré, digo, a los hijos de Babilonia, y a todos los caldeos, los nobles, y señores, y príncipes; a todos los hijos de los asirios, jóvenes gallardos, a todos los capitanes, y magistrados, y príncipes de príncipes, y famosos jinetes.


Arriba en lo más alto de los cielos está su morada y llegan acá abajo sus brazos o poder eterno. Arrojará de tu presencia al enemigo, y le dirá: Quédate reducido a polvo.


Ve, pues, ahora y destroza a Amalec, y arrasa cuanto tiene; no le perdones, ni codicies nada de sus bienes, sino mátalo todo, hombres y mujeres, muchachos y niños de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos.


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