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Jeremías 5:1 - Biblia Torres Amat 1825

1 Recorred las calles de Jerusalén . Ved y observad, y buscad en sus plazas si encontráis un hombre que obre lo que es justo, y que procure ser fiel; y si lo halláis, yo usaré con ella de misericordia.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 «Corran por todas las calles de Jerusalén —dice el Señor—. Busquen arriba y abajo; ¡busquen por toda la ciudad! Si encuentran aunque sea a una sola persona justa y honrada, no destruiré la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Recorran las calles de Jerusalén, miren bien e infórmense. Busquen por las plazas, a ver si encuentran a un hombre, uno siquiera, que practique la justicia y busque la verdad, y perdonaré a esta ciudad. '¿Tus ojos, Yavé, no buscan acaso la verdad?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Recorred las calles de Jerusalem, Y mirad, e informaos, y buscad por sus plazas, Si podéis hallar un hombre, Si hay uno solo que haga justicia, Que busque la verdad, Y Yo la perdonaré.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad, buscad por sus plazas a ver si encontráis a uno siquiera, a uno que practique la justicia, que busque la verdad, y la perdonaré.

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Jeremías 5:1
29 Referans Kwoze  

A lo que respondió él: Me abraso de celo por ti, ¡oh Señor Dios de los ejércitos!, porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han destruido tus altares, han pasado a cuchillo tus profetas; he quedado yo solo, y me buscan para quitarme la vida.


Ello es así que los ojos del Señor están contemplando a los que creen en él con perfecto corazón. Luego tú has procedido neciamente; y por eso desde aquí adelante se levantarán guerras contra ti.


Sálvame, Señor; porque ya no se halla un hombre de bien sobre la tierra; porque las verdades no se aprecian ya entre los hijos de los hombres.


El Señor echó desde el cielo una mirada sobre los hijos de los hombres, para ver si había uno que tuviese juicio, o que buscase a Dios.


Todos se han extraviado, todos a una se hicieron inútiles; no hay quien obre bien, no hay siquiera uno. Su garganta es un sepulcro destapado; con sus lenguas están forjando fraudes; debajo de sus labios hay veneno de áspides. Llena está su boca de maldición y de amargura; sus pies son ligeros para ir a derramar sangre. Todos sus procederes se dirigen a afligir y oprimir al prójimo; nunca conocieron el sendero de la paz; no hay temor de Dios ante sus ojos.


Mas entretanto, ¿quién se pondrá de mi parte contra los malvados?; ¿quién saldrá a favor mío contra los que obran la iniquidad?


Muchos son los hombres llamados misericordiosos; mas un hombre en todo fiel ¿quién lo hallará?


Procura adquirir a toda costa la verdad, y nunca te desprendas de la sabiduría, de la doctrina, ni de la inteligencia.


junto a las puertas de la ciudad, en la misma entrada, da voces, diciendo:


Me encontraron las patrullas que rondan por la ciudad, y les dije: ¿No habéis visto al amado de mi alma?


No hay quien clame por la justicia; no hay quien juzgue con verdad; sino que todos ponen su confianza en la nada, y tienen en su boca la vanidad. Concibieron o idearon el trabajo o daño del prójimo, y parieron la iniquidad.


¿Para qué queréis entrar conmigo en juicio, a fin de excusaros? Todos vosotros me habéis abandonado, dice el Señor.


Entonces respondieron a Jeremías todos los hombres (los cuales sabían que sus mujeres ofrecían sacrificios a los dioses extraños) y todas las mujeres, de que había allí gran muchedumbre, y todo el pueblo de Israel que habitaba en tierra de Egipto en Fatures, y le dijeron:


Yo estuve atento, y los escuché: Nadie habla cosa buena; nadie hay que haga penitencia de su pecado, diciendo: ¡Ay! ¿Qué es lo que yo he hecho? Al contrario, todos han vuelto a tomar la impetuosa carrera de sus vicios, como caballo que a rienda suelta corre a la batalla.


¿Quién me dará en la soledad una triste choza de caminantes, para abandonar a los de mi pueblo y apartarme de ellos? Pues todos son adúlteros o apóstatas de Dios, una gavilla de prevaricadores.


Por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos: Sábete que yo los fundiré, y ensayaré al fuego. Porque, ¿qué otra cosa puedo hacer para convertir a los de la hija de mi pueblo?


Y busqué entre ellos un varón justo que se interpusiese entre mí y el pueblo como un vallado, y pugnase contra mí a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; mas no hallé ninguno.


Y me dijo: La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es excesivamente grande, y la tierra está cubierta de enormes delitos, y llena de apostasías la ciudad; pues dijeron: Abandonó el Señor la tierra; el Señor no lo ve.


Pero tú, ¡oh Daniel!, ten guardadas estas palabras, y sella el libro hasta el tiempo determinado, muchos lo recorrerán y sacarán de él mucha doctrina.


Asaltarán una ciudad, correrán por las murallas, subirán por las casas, entrarán por las ventanas como ladrones.


Y quedarán todos trastornados, desde un mar al otro, y desde el norte hasta el oriente. Discurrirán de una a otra parte deseosos de oír una palabra del Señor, y no lo conseguirán.


y le dijo: Corre, habla a ese joven, y dile: Sin muros será habitada Jerusalén a causa de la multitud de personas y de animales que contendrá en su recinto.


Habiendo vuelto el criado refirió todo esto a su amo. Irritado entonces el padre de familia, dijo a su criado: Sal luego a las plazas y barrios de la ciudad; y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos, hallares.


Por eso Dios les enviará o permitirá que obre en ellos el artificio del error, con que crean a la mentira,


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